Cataluña y la Justicia

Hay dos opciones: olvidarse de que existe algo que por resumir llamamos Cataluña o buscar el pasaporte

Hay cosas que no tiene que prohibirnos el médico para saber que nos sientan fatal y que, de no eliminarlas de la dieta y de la vida, pueden acabar teniendo malas consecuencias. Un día servidor comprendió que sin leer ni escuchar nada del llamado procés, e incluso de Cataluña, uno puede vivir tan ricamente y que con ello se ahorra un buen cesto de penosos y contradictorios sentimientos. Hasta entonces creía que el tedio dorsiano o el enervamiento, pasando por la irritación continua y la cólera explosiva, eran lacras de mi carácter agravadas con la edad, pero el ayuno catalán ha propiciado un cambio de humor que mi familia, mis amigos y mis alumnos me agradecen.

Me veo tan recuperado que tal vez pueda hacer hoy una excepción. Juan María del Pino, gerente de La Revuelta, la mejor sala de actividades culturales de Sevilla, me envía con jugoso comentario la noticia de este mismo diario que cuenta cómo en la cercana Sanlúcar la Mayor ha sido inhabilitado durante cuatro años un ex alcalde por haber tolerado que una casa de hermandad se elevara dos metros sobre lo permitido en las ordenanzas para que cupiera por la puerta el palio de la Soledad. Bien condenado está, pensarán muchos, si se ha probado que hubo prevaricación, y todos estaremos de acuerdo en ello. Pero debemos confesar que nuestra gravedad justiciera se nos convierte en mueca si acudimos a las primeras de los periódicos del martes en toda España y ahí damos con el corrupto y desafiante Artur Mas, condenado a dos malos años de inhabilitación por haber desobedecido expresamente al Tribunal Constitucional y haber organizado y celebrado el falso referéndum del 9 de noviembre de 2014, pecadillo que el editorial de este diario calificaba ese día como "uno de los hechos políticos más graves ocurridos en España desde el inicio de la democracia". Saquen ustedes mismos, estimados lectores, las oportunas conclusiones. Tras ellas tendrán dos opciones y una enseñanza: olvidarse de que existe algo que por resumir llamamos Cataluña o buscar el pasaporte; recordar por qué es conocida en España como Cachondeo, la que en todas partes se llama Justicia.

Nota: A fecha de hoy sigue colgado en la web de la Universidad de Sevilla el vil comunicado del Cadus en el que se difama por motivos ideológicos a uno de sus catedráticos. El rector Castro y los otros rehenes del sóviet, bien, gracias.

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