Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

MILES de pasajeros han perdido vuelos o soportado largas esperas en Barajas, de ida o de vuelta, por la enfermedad de ¡ocho personas! No es que sufrieran una enfermedad grave o mortal, qué va. Puede incluso que fuesen enfermedades imaginarias, que forman parte del grupo de las patologías ingobernables. De acuerdo, no exageraré. No se puede afirmar que los controladores aéreos estuvieran enfermos, sino de baja. Si estaban de baja pero sanos la capacidad de la medicina para devolverlos a la torre de control es absolutamente nula.

En ciertas situaciones extremas las sutilezas explicativas son necesarias. Los ocho sujetos de baja equivalen a un tercio de la plantilla de los controladores del aeropuerto. Los técnicos requeridos para suplir a los ausentes respondieron que estaban de viaje o que no les apetecía trabajar.

Los controladores ya habían dado síntomas de desgana. Llevaban varias semanas inapetentes a causa de no sé qué conflicto que les ha supuesto la pérdida de horas extraordinarias. Una hora extra infectada es una enfermedad grave pero no común. Sólo la padece una casta. Como la hemofilia de los Borbones pero más exclusiva. ¿Cómo ocho sujetos pueden entorpecer el sistema de transportes de un país? Eso no es un misterio, es un escándalo.

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