Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

DE POCO UN TODO

Enrique / García-Máiquez

Castañas

EN el pasado no me resistí a echarme a surfear en las olas de frío para reírme algo de los algoreros del calentamiento global. Sabía, ya dije entonces, que ni un repunte ni un pespunte en el termómetro hacen un cataclismo climático y que lo científico es hablar de medias, muy complicadas de valorar por cuanto el clima se rige según largos ciclos. Aun así, me reí, lo reconozco, y sería de justicia equitativa que se riesen ahora de mí otro poco con estos calores que, como recién jubilados que no terminan de acostumbrarse a un veraneo indefinido, no nos dejan, y siguen dando vueltas por aquí, un tanto pasmados y aburridos.

La imagen de las castañeras vendiendo su humeante mercancía a gentes sudorosas en camisetas de tirantes y pantalones cortos resulta llamativa, además de llameante. Esa foto la coge un Al Gore en sus momentos de mayor ardor y... ¡nos da una castaña! Pero últimamente a los profetas del cambio climático se les han enfriado los ánimos. Dicen que es la crisis económica, que ha congelado todas las alarmas; y también algún que otro revés científico; y otros éticos. Sea lo que sea, se va volviendo tan difícil encontrar a los verdes, ¡con lo que han sido!, como a los famosos brotes verdes, ¡con lo que nos los habían anunciado!

Ahora que la prepotencia y el dogmatismo ecologista se han enfriado bastante, llegó el momento de renunciar a la ironía y, sin dejar de recordar que la influencia del hombre en el cambio climático es muy dudosa, volver a insistir en el uso racional y responsable de los recursos naturales y en el cuidado medioambiental, como es lógico. Viendo a las castañeras en esta canícula me entraron sudores fríos pensando que quizá en un futuro, cuando se revisen sin piedad ninguna, como siempre acaba sucediendo, las posiciones ideológicas de cada escritor, pudiera yo pasar por un tipo insensible a la ecología, como a otros se les echará en cara su defensa del aborto o su indiferencia, y a otros o a los mismos su apoyo a diversos dictadores o a demagogias perversas. Al abrigo de las castañas de este otoño incandescente, déjenme alegar que he sido y seguiré siendo un crítico al ecologismo como neodogma enemigo del desarrollo económico, del crecimiento y hasta del hombre propiamente dicho, pero que, como conservador, soy conservacionista de toda la vida, naturalmente.

También de las tradiciones culturales. Por eso, me entristece que lo de las castañas esté poniéndose tan sofocante. Para que nada falte y las viejas costumbres se acomoden a los tiempos y, sobre todo al tiempo, tal vez en los puestos habría que vender este otoño helado de castañas.

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