La ciudad y los días

carlos / colón

Capillitas de la cultura

SE quejaba con razón Antonio Burgos del olvido en que Sevilla sigue teniendo a Luis Cernuda, de cuya muerte se han cumplido 50 años. Recordaba el silencio de entonces, sólo roto por Joaquín Romero Murube. "Esto ocurría hace 50 años -escribe-, cuando casi nadie, quitando a Aquilino Duque, conocía a Cernuda en su tierra, cuando se trataba de un exiliado". Añado a Julio Manuel de la Rosa, que escribía y conferenciaba sobre el poeta cuando nadie lo hacía, en aquellos difíciles años 60 y 70 en los que para los fachas Cernuda (si sabían quién era, cosa que dudo) era maricón además de rojo; y para los progres era un poeta ensimismado, esteticista, políticamente descomprometido y que ni siquiera escribía odas a Stalin. Total, que el pobre estaba en esa españolísima tierra nadie de quienes no comulgan con ruedas de molino.

"Pero ¿y ahora? -se pregunta Burgos- ¿Usted ha visto anunciados muchos actos en el Cincuentenario de la Muerte de Cernuda, a cargo de la Junta o del Ayuntamiento? ¿Usted ha visto muchas ediciones divulgativas y conmemorativas? No hablo de sus poemas, que también. Hablo de Ocnos, ese manual de esencias de sevillanía cuya lectura debería ser obligatoria en los colegios y en los institutos. Que yo sepa, sólo la Real Academia de Buenas Letras le va a dedicar un ciclo. Y Sanseacabó, como dice Curro Romero. Claro que esto del Cincuentenario Inadvertido le pasa a Cernuda por ser un poeta y no una cofradía. En su pecado de sevillanía honda y esencial, ligada a los prerrománticos y a los poetas de la Ilustración, al mejor Bécquer y al ruiseñor sobre la piedra, lleva la penitencia".

Creo, querido Antonio, que el problema no es que Cernuda no sea una cofradía, en cuyo caso, como con tanta razón afirmas, su cincuentenario tendría pregón, cartel y salida extraordinaria. El problema es que la cultura, en Sevilla, no tiene capillitas. Lo he escrito otras veces. La que falla es esa supuesta sociedad civil progresista, culta y laicista sevillana que nadie ve por ninguna parte si no es en eventos total o casi totalmente subvencionados con dinero público. La que falla es la Sevilla culta de la sopa boba subvencionada que desprecia cuanto ignora y no está dispuesta emplear su tiempo y su dinero en la promoción de aquello que dice amar. La que falla es la Sevilla supuestamente ilustrada que culpa a las cofradías de que no se haga lo que ellos -por pereza, desinterés o tacañería- no hacen. Continuará.

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