Campo de minas

He borrado tres veces este artículo. No estoy seguro de haber sabido decir lo que quería decir

He borrado tres veces este artículo. No es que no me salga es que lo leo y releo y no estoy seguro de haber sabido decir lo que quería decir. Espero que a la cuarta la vencida. Por lo pronto le he quitado el título que le había puesto, que tenía el 500 años dentro. Campo de minas está mejor y es bien expresivo de lo que pretendo, que no es otra cosa que recordar un suceso que ocurrió el 31 de octubre de 1517 en una localidad alemana llamada Wittenberg. En las puertas de su catedral, un monje agustino profesor de su Universidad, llamado Martín Lutero, que había vuelto de Roma meses antes, clavó unos pliegos con 95 tesis para ser discutidas en el seno de su Facultad de Teología, primero, y en toda Alemania y las demás naciones católicas si fuera posible. Este hecho nadie podría imaginar las consecuencias que tendría para la Iglesia católica, el Papado y las monarquías europeas. No sólo por las guerras que trajo consigo, por la profunda división que se produciría entre los cristianos. Que todavía permanece. 500 años después.

Las 95 tesis, clavadas en las puertas de la catedral "Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz(…)" invitaban al debate y discusión "En el nombre de nuestro Señor Jesucristo." Alguna de esas tesis se oponía, por ejemplo, a que un cristiano comprara una indulgencia por algún familiar muerto que podría estar en el Purgatorio. Bien explícito se mostraba el agustino en tesis como la 21 -"En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa"-, remachada en la Tesis 27: "Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando". Es muy posible que estas disputas al cristiano de hoy le suene directamente a broma, a club de la comedia, pero entonces iniciarían una deriva terrible para Europa, pues todos se hicieron parte de un conflicto que ni siquiera lo era objetivamente. Mas la respuesta vaticana fue tan desproporcionada, el monje fue perseguido, más tarde declarado hereje y condenado al fuego, del que se salvó gracias a los príncipes alemanes, que vieron la oportunidad para hacer posible una vieja aspiración política sobre el territorio alemán.

Imposible resumir esta historia lamentable y apasionante pero sí señalar la onda expansiva del suceso, que mantiene, pese al esfuerzo de los últimos papas, el muro separador. Y el odio eterno de algunos católicos a Martín Lutero. 500 años después.

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