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Cajón de sastre

La democracia misma es un consenso amplio y transversal, un espacio compartido

Algo está claro, la ruptura del bipartidismo, que le ha costado a Albert Rivera la carretera y la manta por no saber leerlo bien, está en la base de todo lo que -muchos, atónitos- hemos estado viendo en la televisión estos días. Casi una veintena de fuerzas políticas representadas en el Parlamento conformarán un gobierno de cajón de sastre, pese a la coalición de los socialistas del PSOE y PSC con los comunistas de Izquierda Unida y el populismo de extrema izquierda de Unidas Podemos. Necesitarán del apoyo de nacionalistas e independentistas, y lo de Teruel, Revilla, canarios y valencianos, etc. Los viejos liberales y los viejos conservadores, cuando se rompió aquella Constitución, trajeron la Dictadura de Primo de Rivera y lo que llegó a continuación, tras el paréntesis republicano: el largo invierno de la libertad. Ahora no sabemos lo que vendrá, salvo este gobierno que a muchos da escalofríos. La derecha son tres y la izquierda más de tres; con los restos del naufragio del bipartidismo configurarán el escenario y los actores de lo que ojalá no llegue a ser otro drama nacional. Lo visto en el Parlamento la semana pasada no nos da tranquilidad, precisamente. No debemos culpar a nadie, hemos votado así y lo que hacen es gestionar nuestros votos con las reglas que se cuentan y la Ley Electoral vigente, que ninguno ha querido reformar, cambiar o rehacer. ¿El más votado ha conseguido sumar la mayoría pírrica?, pues a gobernar. Vendrá lo que tenga que venir, aunque vistan con el oropel de las palabras más melosas la realidad fiera e insobornable que provoquen o le hagan. Así ha venido siendo. En Andalucía lo hicieron las tres derechas, que les llaman. Hoy gobierna Juan Manuel Moreno en coalición con Ciudadanos y el apoyo de Vox. En Madrid Pedro Sánchez ha hecho lo propio, está haciendo lo propio. Tiene cuatro años por delante para lograr un nuevo gobierno, una nueva mayoría, o perder. Lo de PP y Ciudadanos es la prueba de que los votos no son potestativos sino libres y temporales. Le ha pasado a todos y algunos se han volatilizados por el vacío de las urnas. O han cambiado de nombre huyendo de su historia de rapiña y corrupción. Vamos aprendiendo todos y sabemos que la democracia es esto, votar y lograr los consensos necesarios. La democracia misma es un consenso amplio y transversal, un espacio compartido. Llega el tiempo de los patriotas y de no olvidar que gobernar para la gente no es gobernar contra la gente, quiero decir una parte de la gente. De mirar el parlamento de ayer saldrá otro distinto. Convencido estoy.

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