Rafael López Gómez

Profesor jubilado de Lengua y LIteratura

Cádiz en Galdós (Historia hecha Literatura)

Entre los distintos Episodios Nacionales publicados por Galdós entre 1873 y 1912, colección histórica de cuarenta y seis volúmenes en cinco series, se encuentra el que lleva por título Cádiz incluido en la primera serie y publicado en 1874.

La intención de Galdós fue fundir historia y novela, y él mismo explicó esta fusión: “Los íntimos enredos y lances entre personas que no aspiran al juicio de la posteridad son ramas del árbol que da la madera histórica con que armamos el aparato de la vida externa de los pueblos, de sus alteraciones, estatutos, guerras, paces. Con una y otra madera, acopiadas lo mejor que se puede, levantamos el alto andamiaje desde donde vemos en luminosa perspectiva al alma, cuerpo y humores de la nación”.

Dando, pues, por sentado la unión perfecta entre lo histórico y lo novelesco, podemos compararlo entre lo que escribe Pedro Aguado Bleye en su Manual de Historia de España de la editorial Espasa-Calpe en su tomo III y nuestro escritor. Recordemos, antes, que Austria fue vencida en 1809 y penetran entonces en España grandes refuerzos franceses y al llegar a Andalucía, la Junta Central se refugió en la Isla de León, y nombrando un Consejo de Regencia, precisamente en el episodio de Cádiz atiende a la célebre Constitución de las Cortes, pilón importante del futuro régimen.

Dice Aguado: “Para formar la Regencia fueron designados el obispo de Orense, don Pedro de Quevedo, Quintano, muy popular por haberse negado a acudir a la Junta de Bayona, los generales Castaños y Escaño, don Francisco Saavedra y don Manuel de Lardizábal”.

Y así Galdós: “Y que reconocen, proclaman y juran por Rey a Fernando VII…. En los palcos, unos decían “Los regentes jurarán” y otros “Vaya si jurarán”… El pueblo quiere que juren… Me parece que esos que han entrado en el escenario son los regentes. Los mismos ¿No ve usted a Castaños, al viejo Saavedra? Detrás vienen Escaño y Lardizábal… Pero no veo al obispo de Orense. El obispo de Orense no jura -murmuraron las tribunas en rumoroso coro- Y, en efecto, el obispo de Orense no juró”.

Y seguimos con la historia de Aguado: “Mientras toda España estaba invadida por los ejércitos napoleónicos y en las calles de Cádiz caían las bombas del ejército francés sitiador, la Regencia y los diputados llegaron a Cádiz… y discutían la forma en que habían de reunirse las Cortes convocadas para el 24 de septiembre de 1810”.

Datos que son recogidos por Galdós en su obra: “Luego que descansamos un poco, después de poner el pie en tierra, fuimos a presentarnos a las autoridades de la Isla. Era el 24 de septiembre”.

Continuando sobre el mismo asunto, escribe Aguado: “A las doce de la noche, los regentes fueron invitados a jurar y reconocer la soberanía nacional, representada por los disputados reunidos en Cortes generales y extraordinarias, y obedecer a sus decretos y leyes y la Constitución que se estableciese. Así lo hicieron todos menos el obispo de Orense”.

Refiriéndose a este acontecimiento nos dice nuestro autor: “El reloj de la historia señaló con campanada, no por todos oída, su última hora, y realizóse en España uno de los principales dobleces del tiempo”.Así podríamos continuar con citas de Aguado que muchos años antes había plasmado Galdós en el libro de Cádiz; por supuesto, Galdós no llegó a presenciar directamente los hechos que narra, con casi toda seguridad utilizó diferentes obras históricas como la del gaditano Adolfo de Castro Cádiz en la Guerra de la Independencia, la del periodista e historiador Modesto Lafuente en su monumental Historia General de España e incluso llegaría a consultar Las memorias del general Córdova.

Pero hay otras fuentes a las que acudió Galdós, así los datos que le pudo facilitar directamente su padre que como subteniente marchó desde Las Palmas a la península en 1809 a combatir a Napoleón con los granaderos canarios. Un estudioso de la obra galdosiana, José Pérez Vidal, en su libro Galdós en Canarias de la editorial El Museo Canario, escribió: “Sin duda debió repercutir en la obra de Galdós las referencias de su padre, Sebastián, así las aventuras de la batalla de Chiclana, el triunfo de Alburquerque, el sitio de Cádiz….”.Estos relatos que le contó su padre se unen a los de su tío y hermano de Sebastián, don Domingo, que fue capellán. En su manuscrito Expedición a España del batallón de granaderos de Canarias, hace una relación riquísima en detalles y sabrosos comentarios, entre ellos uno donde relata la fiesta que tuvo lugar con motivo de la visita del embajador inglés: “Esta función empezó después de las once y duró hasta que salió el sol”. Detalle que lo recoge luego Galdós: “Mientras de este modo se enardecía el espíritu y se exaltaban los sentidos de aquellos bárbaros, iba pasando mucho tiempo, más tiempo del que yo quería que pasase sin poner en ejecución mi pensamiento. Habían sonado las nueve, las diez, casi las once…La repugnante zambra habíase alargado bastante, porque eran ya casi las doce”.

A lo largo del Episodio, se puede comprobar la existencia de dos bandos: los tradicionalistas y los progresistas; la visión histórica galdosiana es marcadamente progresista, va animada por una actitud polémica contra los que sobrevaloraron el pasado y de la decisión de echar por la borda este pasado para que el porvenir pueda desarrollarse sin traba alguna, y predica a lo largo del libro de una manera insistente la tolerancia de las dos fuerzas dialécticas ,por un lado el liberalismo y por otro el tradicionalismo (carlismo). Lo que puso de manifiesto una vez más que Galdós era un hombre civil y liberal y que en la narración de este como en los restantes Episodios Nacionales llegó a esforzarse por hacerlo con la mayor imparcialidad posible.

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