EL ALAMBIQUE

Francisco / Lambea

Cabalgata de vuelta

Los Reyes Magos habrán retornado a Oriente extrañados de la peculiaridad de un mundo en el que incluso ellos se han visto sorprendidos por la crisis. Seguro que mientras la ciudad de los cien palacios quedaba ya a la vista de sus espaldas reales, habrán comentado desde la cima de los camellos las impresiones suscitadas por un vistazo somero a los periódicos de estos últimos meses.

Doy por hecho que entre sus temas de conversación se habrán situado circunstancias tales como que profesionales de toda índole (periodistas, políticos, empresarios…) refieran sin descanso un texto constitucional escrito hace doscientos años que ni se han leído ni se leerán nunca, que un partido que se autodenomina socialista decida, entre las últimas medidas de su ejecutivo, indultar a un banquero sin que exista el más mínimo clamor social al efecto o que otro que hizo bandera histórica y doctrinal de la disminución de impuestos se avenga a aumentar la fiscalidad por doquier en la primera de sus medidas de gobierno.

Es probable que, como reyes que, en definitiva, son, se sientan especialmente dolidos por la presunta actuación de Iñaki Urdangarín, un miembro sanguíneo, que no jurídico, de la Familia Real, y que les parezca tardía y de un oportunismo poco convincente la publicación de los presupuestos de su hispánica parentela terrícola.

Hay que agradecerles a los Reyes Magos que hayan sabido sobreponerse a la estupefacción, que no es poca cosa tras un año de ausencia, y que se movieran en El Puerto, pese a la coyuntura, a lomos de una cabalgata decorosa, que congregó en las calles a una multitud de ciudadanos que uno quisiera ver con más frecuencia paseando por su pueblo.

Puestos a pedirle un deseo medianamente razonable a Sus Majestades nos conformaremos con solicitar que, para su siguiente visita, se encuentre ya en vigor la aprobación del PGOU: visto el panorama de la constelación estelar que define la prima de riesgo, se antoja lo más bonancible que llegue a sucederle a la ciudad en este 2012, con dos constituciones tan rutilantes como ahítas del cumplimiento de algunos de sus artículos más significativos.

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