La actuación de la Junta de Andalucía en el caso del brote de listeria le pasa como la explicación que dan del juego de cartas Las Siete y Media en "La venganza de Don Mendo", del portuense Pedro Muñoz Seca: "un juego vil que juegas mil veces y las mil ves febril que te pasas o no llegas. Si no llegas malo es , pero ¡ay de ti si te pasas!, si te pasas es peor". Transcurrió todo el mes de agosto como si los enfermos, los abortos y los muertos no tuvieran que ver con la administración autonómica, como si el brote de listeriosis fuera algo ajeno a la Consejería de Salud con el consejero diciendo una tontería detrás de otra, alabanzas a Magrudis incluidas, Juanma Bonilla de vacaciones en Galicia y el resto del gobierno andaluz mirando al tendido como si la cosa no fuera con ellos, incluso culpando al Ayuntamiento de Sevilla. Cuando se dan cuenta de que se les ha ido de las manos empiezan a declarar emergencias alimentarias o sanitarias, que ya uno no sabe, en cada esquina de la comunidad sin que hubiera ningún afectado y sin comprobaciones de ningún tipo.

Ahí cayó Sabores de Paterna, una empresa modélica que fabricaba productos de alta calidad, ninguno había causado jamás el menor de los problemas. La Junta ha machado a esa empresa y ha provocado el pánico entre los consumidores que no se va a remediar porque ahora digan que no había nada. Como el caballo de Atila, donde pasa el consejero de Salud no crece la hierba. El reverso tenebroso del Rey Midas: todo lo que toca lo convierte en un desastre. Los efectos colaterales son demoledores: ningún consumidor quiere carne mechá ni chicharrones, Vejer suspende su Día del Lomo en Manteca, la Taberna del Manteca deja de servir los chicharrones sobre papel de estraza y otras catástrofes por el estilo que ríase usted de la gota fría, DANA o como se diga. Yo, sin ir más lejos, he visto cosas que no podríais imaginar: he visto camareros rascarse la entrepierna antes de poner un bocadillo de lomo, he visto naves ardiendo más allá de Orión, he visto chicharrones expuestos en una venta sin la más mínima medida de conservación, he visto freidoras con el mismo aceite de cuando llegaron los fenicios del color de un neumático usado, he visto planchas con una costra de suciedad de dos dedos de grosor, he visto cucarachas correteando por un mostrador y he visto rayos ganma en la puerta de Tanhauser. Todo esto se perderá como lágrimas en la lluvia nada más intervenir el infausto consejero Jesús Aguirre. Es el final.

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