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El Bigote más brillante

En vez de escribir con el hígado, acérquense hasta Bajo Guía y pídanse unos taquitos de corvina

Además de las mascarillas que utilizamos para combatir el Coronavirus, desde hace más tiempo hay muchas personas que lucen otras mascarillas que no se ven tan fácilmente y que se las colocan de forma virtual para lanzar a través de los patios de las casas de vecinos del siglo XXI, las redes sociales, toda clase de consideraciones, la mayoría de las veces salidas de sus respectivos higados, más que de otra parte de su cuerpo.

Estas mascarillas llenas de ira y mala leche que se reparten gratis y sin necesidad de receta médica son otro virus que nos ataca desde hace tiempo, que no llega a producir muertos reales pero si virtuales. La gente utiliza seudónimos (mascarillas) para decir toda clase de lindezas sabiendo que les protege el anonimato. En la mayoría de las ocasiones, y como lo "influencer" es hablar de inmediato, este tipo de gente con mascarilla se lanza en segundos contra o a favor de cualquier cosa sin reflexionar, sin pensar y, en la mayoría de las veces sin leer, llevados por sus respectivos hígados.

Este virus lo ha sufrido hace unos días de la forma más injusta una de las instituciones de la hostelería gaditana, Casa Bigote de Sanlúcar, un restaurante que ha escrito una de las historias más brillantes "de comé" en las últimas décadas y que les ha llevado a hacer famosa en el mundo entero su receta para cocer los langostinos de Sanlúcar.

Debido a una confusión con un incidente ocurrido en otro bar de Sanlúcar con un político de Podemos, los "enmascarillados" se lanzaron por las redes sociales a proponer todo tipo de "boicots" y de barbaridades contra el restaurante, lo que obligó incluso a la familia Hermoso, propietaria del establecimiento, a hacer un comunicado aclarando que nada tenían que ver. Afortunadamente Casa Bigote tiene una salud de hierro y el ataque del "higadovirus" lo ha superado, pero eso no quita la injusticia de estas cosas. La sociedad necesita "menos mascarillas virtuales" y más fuentes de langostinos. Necesitamos pararnos un poquito, como se paran los fuegos para que el menudo de chocos quede tierno. Pensemos un poquito antes de escribir en los "feisbú" en los "instagran" y en todas esas cosas. Leamos las cosas antes de decir nada. Pensemos en las consecuencias que tienen las cosas.

En vez de escribir con el hígado, acérquense hasta Bajo Guía y pídanse unos taquitos de corvina, ya verán lo bien que vienen esas cosas para lo que son los nervios. No le quiten brillo a uno de los bigotes más brillantes que se han visto en la provincia.

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