Efecto Moleskine

Ana Sofía Pérez Bustamante

Bienaventurados los mansos

Este es el momento en que se ve cuantísima razón tenía Jesucristo: “Bienaventurados los mansos, porque de ellos será la tierra”. De manera que la gente tranquila, aficionada a leer y escuchar música, funcionaria o pensionista, con su poquito de teletrabajo, más aún si dispone de terraza o jardín, si no tiene a su cargo personas enfermas, y si ya no está en edad de criar… pues bueno, puede no estar tan mal. Casualidad o no, tengo perra desde el pasado septiembre, que es cuando se empezó a gestar esto del coronavirus.

Mi perra esta temporada está feliz, solicitada y musculosa, casi preolímpica. Vamos por la calle, tan irreal, y una se pregunta dónde se mete la gente. Sobre todo, ¿qué han hecho con los niños? Pues sí que es baja nuestra tasa de natalidad. Ahora no hay quien ensucie la acera, pero proliferan los guantes de plástico. ¿Por qué, si las papeleras no contagian? Por lo demás, el día se va en hacer la compra, hacer la comida, asomarse a los grupos de wasap, y atender las instrucciones que va madurando nuestro gobierno a ritmo de Luis Fonsi: des-pa-ci-to. Al principio me intranquilizaba ese señor menudo de las plagas que nos mira fijamente con sus intensos ojos azules igual que Chucky, el muñeco diabólico. Pero ya es de la familia, de los Simon & Garfunkel de toda la vida.

No poca gente espera con ilusión que den las ocho de la tarde, cuando resucitan Manolo Escobar y el Dúo Dinámico, los vecinos aplauden y hay desfile en la avenida de vehículos asistenciales con sirenas. Las redes sociales, en cambio, aparte de chistes y grabaciones llenas de ingenio, se van poniendo muy agresivas. Si estuvieran esos tertulianos en China, donde no hay libertad y sí mucha vigilancia, les irían restando puntos por intoxicar, y al final se podrían quedar sin trabajo y sin derecho a pasaporte. Bueno, no hace falta ser chino para quedarse sin trabajo y sin viajar y sin noticias fidedignas. Quizá todos seamos chinos y no nos dimos cuenta. Chinos de extrarradio, sin coleta. O con coleta. En la avenida ya están en flor las melias o cinamomos. Son árboles de sombra de flores pequeñitas, muy discretas pero muy fragantes. Da gusto cerrar los ojos, aspirar el perfume, y no pensar en nada. Sencillamente, respirar.

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