Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Bien de interés cultural

Era todo tan absurdo que el recinto de la obra se cubrió con una malla para que no se viera lo que estaba ocurriendo

En1975 los concesionarios de la explotación del Balneario de La Palma renunciaron y se acabó con su uso. En 1990 el Balneario estaba en una completa ruina a pesar de lo cual fue declarado Bien de Interés Cultural cuando no había bien que proteger. El alcalde Carlos Díaz, con buen criterio, prefería su demolición para dejar la playa de La Caleta diáfana. No tuvo ni los arrestos ni la capacidad para conseguirlo (como era habitual) y el entonces consejero de Cultura , Juan Manuel Suárez Japón, bien por capricho o bien por pegarle un pellizco al alcalde en alguna de las enésimas luchas internas del PSOE, buscó la manera de darle un uso al edificio. Primero se propuso hacer una piscina. Como sonaba ridículo se cambió por un centro de nueva creación dedicado a la arqueología subacuática (que entonces llamábamos submarina). Era todo tan absurdo que fue preciso tirar el edificio y levantarlo de nuevo para lo que fue necesario buscar fotos y planos antiguos. Tan ridícula era la cosa que el recinto de la obra se cubrió con una malla verde para que no se pudiera ver desde el exterior lo que estaba ocurriendo. Se pasó de llamar a la obra rehabilitación a citarla como reconstrucción. Ese famoso BIC fue al suelo y se levantó un pastiche en su lugar (para conocer la utilidad de la declaración como BIC baste pensar en lo que ha hecho la Junta con el drago del Tinte o con el Vaporcito). Es la cruda realidad. 474 millones de las antiguas pesetas costó la cosa. El centro se inauguró ocho años después, que está dentro de la media habitual de los proyectos de la Junta en la ciudad de Cádiz.

Ahora el alcalde José María González se ha empeñado en que el Balneario tenga usos hosteleros, lo que no parece mala idea, aunque no sabemos si tendrá la capacidad para conseguirlo. Cuando se lo ha propuesto a la Junta le han dado una larga cambiada: los informes técnicos desaconsejan el traslado del CAS al Castillo de San Sebastián. El consejero del ramo, Miguel Ángel Vázquez, no ha dicho en qué se basan esos informes: si es que rehabilitar San Sebastián cuesta demasiado dinero o es que a los trabajadores no les apetece tener que recorrer cada día el Paseo Fernando Quiñones . Así que 27 años después de la pomposa declaración de BIC estamos en ver si el Ayuntamiento permuta el Balneario por suelo a la Junta en Loreto o si la Autoridad Portuaria cede el edificio de la Ciudad del Mar. Esperemos que el Balneario no termine en manos de Ángel León y sus bioluminiscencias a 200 euros el menú.

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