Libre directo

José Pettenghi Lachambre

Berluscadiz

Convirtieron a los inmigrantes en delincuentes. Pero a mí no me importó. Como yo no era inmigrante no hice nada. Nos convencieron que lo privado es mejor y más eficaz que lo público; y que valor y precio son la misma cosa. Pero a mí no me importó. Al fin y al cabo yo no tenía hijos en el colegio, así que no hice nada. Compraron a los políticos y dijeron que la política era así, que qué nos habíamos creído. Así, pareció normal que un político se pasara al sector privado ganando un millón de euros al año. Pero a mí no me importó. Total, yo era apolítico y no hice nada. Nos dejaron tontos con sus cadenas de TV, dijeron que todo es publicidad y marketing y creímos que la TV puede crear cantantes y artistas como quien monta un mueble de IKEA; llegó a interesarnos más la vida de los famosos que la nuestra. Pero a mí no me importó. Total, yo sólo veía documentales de La Dos. Así que no hice nada y seguí con el fútbol, los toros, los realitys... Compraron, al fin, los medios de comunicación y a mí no importó porque los periódicos sólo traen tonterías, así que no hice nada.

Cuando vinieron a por mí quise resistirme y pedí ayuda, pero ya no quedaba nadie para defenderme.

Bertold Brecht no conoció a Berlusconi. Y Orwell se equivocó: el futuro no era el Big Brother, era Berlusconi.

Y el futuro ya llegó a Cádiz. Un poné: un Ayuntamiento que cada vez reclama más competencias para después cederlas a manos privadas; un Ayuntamiento que incrementa más y más su número de empleados y al mismo tiempo privatiza más y más servicios. Berlusconi ya llegó.

El mismo Ayuntamiento que va a ceder una vía pública y encima va a poner 250.000 euros nuestros para construir un restaurante que explotará un empresario. Pero no uno cualquiera, no, sino el de los croqueteos consistoriales, el de los pic-nic electorales, el del catering municipal. Todo queda en casa. ¡Qué extraña fijación del gobierno municipal con la hostelería! La cosa tiene un tufillo a carranceo que tira para atrás. Cierto es que entonces el poder favorecía a chulos a caballo y ahora a empresarios amigos, pero lo que no cambia es que favor con favor se paga.

Y mientras los verdaderos propietarios ponemos suelo, uso y dinero, el empresario se forra. Toma. En cuanto al empresario, ha declarado que los que se manifiestan en contra de la operación sólo son unos pocos viejos y hippies, y añadió preocupado que el asunto se está politizando. Di que sí ¡lo mala que es la política!

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