puente de ureña

Rafael / Duarte /

Barrios

MANOLO Barrios, el autor isleño/sevillano, el autor de Si te dicen que caí o Epitafio para un Señorito, narraluz, término acuñado por Berenguer en el sentido de estar incluido en la nómina de lo que se denominara, allende tempora, narrativa andaluza, murió llevándole la contraria a la muerte, según su hijo, fumando y sin oxígeno, al igual que vivió.

Cuando nos presentaron fue en la calle Betis sevillana, allí donde Pepe Castillejo tenía editorial y tertulia, algo imposible hoy, todos los jueves, con edición de revista, el Cronicón Hispalense, y retransmisiones por radio de algunas de ellas. Cuando conoció el proyecto editorial se implicó totalmente en editar el Premio Luis Berenguer, que había ganado otro narraluz, José María Requena, con Las naranjas de la capital son agrias, junto con el editor y los tertulianos compañeros, Manuel Lauriño, Julio Martínez Velasco, José María de Mena y la poeta María Sanz, entre otros.

Ya le habían borrado de ABC su columna del Baratillo, había molestado a la satrapía de la Junta, a don Manuel Chaves y demás, que en aquellas columnas y literarios talleres, aplicaron sus ERES, para silenciar al escritor…Pero ERE pasado no mueve mohíno, y el Ayuntamiento isleño con Pepe Quintero en cultura, le dio calle en el Parque al insular escritor, que junto a Berenguer, había entrañado un todo en las letras hispanas.

Estuvo en el jurado del premio, estuvo en la cumbre cimera de la gastronomía isleña, en la Venta de Vargas, donde Joselito y Lela y Lolo llevaban el patrimonio cultural del flamenco más puro y esencial, con sus bonhomías entrañables, a unos hitos difíciles de superar. También gustaba del gallinerense 15, y de los paseos a media tarde por media isla, lo que parecía un título para que lo coordinase editorialmente el querido autor.

Ahora, ya, en estos tiempos en que Europa quiere comerse a Europa, devorar a sus hijos desde el Saturno americano, en estos tiempos en los que los distintos niveles de la crisis, hecatombe o hecatom-andros, cien hombres por minutos al paro/ por los cien bueyes de la etimología, crisis digo, hambre, paro, guerras y que los políticos vuelven a ser "como puntas dobladas de zapatos viejos", Laurence Durrell, dixit, duele más perder señales y vínculos con la vida, con su intensidad, ahora que los hombres y hombras son archipiélagos de espaldas, incomunicados consigo mismos, justo cuando, con las redes sociales, más se comunican para maquillarse el exterior.

Manolo, te imagino entre Rafael Santisteban y Romero Murube y Luis Berenguer hablando de Tamatea o del Cronicón de aflicciones y contentos, allá donde la memoria se alza parcial e íntima, como todo. No hay más alma que el alma, decía Mahler, y aquí "el sol secuestra la ciudad/no se ve nada más. Ni siquiera las tumbas resisten mucho tiempo".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios