Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Bares, qué lugares

Sería el momento para que los que se lo puedan permitir donasen comida a centros de personas sin hogar o mayores

Más que echar en falta los bares, noto la falta de algunas tertulias y algunas delicatessen: el café de los lunes en el Labra donde Pepe, Salva, Iván, Abraham y antes Joaquín comentamos los robos del Madrid de la jornada anterior y la clasificación del Cádiz, algunas veces bajo la mirada ajena de Ignacio. Las charlas de los primeros lunes de cada mes en el Terraza con David, Oscar, Carmen, Inma, Tily, Montse, Lourdes, Diego, Juan, Pedro, Manolo, Ignacio, Fabián, Pepa y otros compañeros y amigos, bajo los consejos de Pelayo mientras devoramos las papas aliñás o los calamares de potera. Por citar algunos más: La Taberna de Paco en La Alameda, Cumbres Mayores, Los Italianos, La Poeme, el Royalty, los cafés con Tomás en el Andalucía o el Parisién, algún día perdido en La Cepa, de la que no soy asiduo, con Félix. El Sonánbulo y El Bebo cada vez que viene mi hija, este último si hace buen tiempo, La Chancha con José María y Meli. La ensaladilla del Labra, por supuesto. El Novelty para conspirar con José Vicente. La Vaca Atada con mis hermanas. Al Achuri no voy más, después de la última trastada con unas gambas bajo cuyas bacterias caímos David, Lola y yo, con una negligente respuesta de la gerencia, por cierto. Aunque parezca algo así como: ¿no dices que no te gustan los bares, pues no paras? En verdad puede tratarse de un recorrido anual . Como dije, echo en falta la conversación con los amigos y algunos platos preparados en estos lugares así que me duele pensar que sus empleados y sus dueños estén pasando malos momentos. Pienso en Óscar, en Inma, en Tais, en Carmen, en Pepi, en Yaiza y en todos los humildes empleados de la hostelería de Cádiz. En aquellos que les ha pillado la pandemia con contratos de media jornada y horarios prolongados que no podrán recibir la parte del salario que cobraba en negro cuando se hagan los ERTEs correspondientes. Y pienso en LLORECA , que de manera machacona siempre se queja de que si las terrazas tienen un metro cuadrado de menos, si les obligan a cerrar pronto, si los baños no los deben usar nada más que los clientes , toda la sarta de lamentos que nos endosa un día sí y otro también Di María, el eterno presidente de la patronal que ya lo era cuando llegó a Cádiz el primer fenicio. Sería un momento maravilloso para la generosidad, para que aquellos con más músculo que se lo puedan permitir donasen comida a residencias de personas sin hogar o de ancianos, que llevasen comida a los sanitarios o la policía. Igual miraríamos a LLORECA de otra manera.

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