Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

Bares y charcuterías

NUNCA se ha oído hablar tanto de política en los bares y en las charcuterías, donde antes sólo había Ronaldos y Belenes Esteban, ahora van y vienen las recetas caseras para acabar con tanto chorizo. Los clientes que fueron acusados de vivir por encima de sus posibilidades -¿recuerdan?- apuran el café de 1,10 euros mientras despliegan su código penal casero. A la cárcel, a tratar enfermos de ébola, a despojarlos de todo tipo de bienes, a recoger remolacha. Las recetas que se oyen en los bares y charcuterías no difieren mucho de las que proponen los políticos sonrojados, todas de carácter punitivo: fuera de las listas, caiga quien caiga, expulsiones de las siglas. La democracia norteamericana se basó sobre la desconfianza hacia el poder del hombre. Nadie debería de disponer de modo individual de una parte del presupuesto, cada contrato tendría que ser público y conocido sin límite inferior de cantidad, cada política ha de ser evaluada en su eficacia y, en definitiva, cualquier accionista con derecho a voto, es decir, todos, tiene el derecho de estar informado del último euro. La financiación ilegal del partidos debe ser delito y los partidos tienen que salir de los organismos de control. Y algo esencial, quizás lo más: el bar y la charcutería tendrían que castigar con el voto y no indultar al chorizo corrupto, pero picante.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios