Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

sE ME acaba de ocurrir la palabra badenofobia que significa alergia a los badenes, aversión y casi odio a los mismos. Abundan en El Puerto y somos miles los portuenses y visitantes que los padecemos a diario, porque la mayoría están mal construidos, por su altura desmesurada que provoca desperfectos innecesarios en puntos básicos del automóvil como la dirección, los frenos o la amortiguación. Pero esa no es la función que los badenes deben cumplir. Los badenes se instalan como medida preventiva para avisar a conductores novatos, distraídos o inconscientes, que están circulando por una zona concurrida y por tanto con gran peligro. Es evidente que son necesarios y útiles si están bien construidos. Opino que el mismo organismo oficial, o autorizado, que legaliza su construcción, debería homologarlo si cumple las medidas correctas. A veces uno piensa que la mayoría de los badenes han sido instalados por una inexistente asociación de talleres mecánicos en paro, para aumentar así su clientela. Esto es una broma, evidentemente, y no es verdad, pero puede parecerlo. Para conseguir el fin que los badenes se proponen, son preferibles las bandas sonoras, ya instaladas en algunos viales y carreteras, porque avisan y no dañan. Y son más fáciles de construir y mantener. Me declaro partidario de la bandasonorofilia (otra palabreja inventada), es decir bandas sonoras y no badenes. Hace unos días, cerca del 28 de diciembre, me llegó la noticia de la invención de unos badenes inteligentes que subsanaban los defectos. Si no es una inocentada, podemos estar ante un invento sensacional y español, como la fregona y el chupachups. Ya veremos. Hasta pronto.

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