ESOS han sido los días que nuestro sistema de Justicia ha necesitado para que se juzgue y dicte sentencia por un flagrante caso de especulación urbanística en El Puerto de Santa María. Ocho años y tres meses.

Todo comenzó el 31 de marzo de 2005, en plena burbuja inmobiliaria, cuando los ecologistas denunciamos ante la Fiscalía que en un hermoso pinar de El Puerto -protegido como Sistema General de Espacios Libres, o sea, destinado a ser un parque público-, se estaban sustituyendo los pinos por chalets y piscinas, y proliferaban las calles con arquetas de luz y agua. ¡¡Increíble pero cierto!!

Fueron años duros, con una pandilla de catetos en el poder que entendían que los cargos públicos estaban para hacerse ricos. La reacción fue brutal. Lanzaron a los propietarios de viviendas ilegales contra los ecologistas, que sufrimos todo tipo de amenazas y agresiones instigadas por los dos máximos impresentables del ayuntamiento: el alcalde y su concejal de Urbanismo. Al que esto escribe, le amenazaron con quemarle su casa, y tuvo que tener protección policial.

¿Cómo fue posible todo este desmadre especulativo y de corrupción? Las responsabilidades directas las ha dejado clara la sentencia judicial, que corrobora todos y cada uno de los hechos denunciados hace más de ocho años. Pero esta trama de construcción de viviendas ilegales -en El Puerto hay 5.000- no hubiera sido posible sin la connivencia de algunos técnicos municipales, y de otros partidos y administraciones. ¿Es que nadie vio nada? La mayoría de los partidos y asociaciones de vecinos se opusieron a que los propietarios de viviendas ilegales fueran sancionados, defendiendo su legalización. Y entre ellos el PP y el PSOE (por aquellos tiempos coaligado con Hernán), que en esto se ponen de acuerdo, y que siguen defendiendo la legalización de esta urbanización construida en un parque público. Pues sí, bastante inexplicable.

Y también bastante inexplicable que unos hechos tan graves sean sancionados con unas penas tan suaves, pues inhabilitar para cargo público a unos desahuciados de la política, se antoja bastante simbólico. Eso sí, la lección la han aprendido los políticos y los corruptos/corruptores varios. Las cosas no han vuelto a ser igual en El Puerto desde aquel 31 de marzo de 2005.

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