Por desgracia, el caso de Gabriel no es el único entre los sucesos espeluzantes en el que la víctima es un niño. Como tampoco Diana Quer era la única joven desaparecida con un trágico final. La lista de hechos horripilantes es enorme, y la galería del crimen recoge continuamente, desde hace siglos, casos monstruosos. El porqué de la enorme repercusión que últimamente tienen, de los desacostumbrados espacios que se les concede en los medios de comunicación ya sean sociales, privados, públicos o personaleses es lo que constituye un enorme misterio para mí. La razón de por qué un asesinato se convierte en asunto de Estado, en el que las instituciones se ven obligadas a asistir a funerales, rendir homenajes públicos y lanzar declaraciones oficiales no se me alcanza desde un punto de vista humano. Todos contribuyendo a lo que al final se convierte en el gran espectáculo de la maldad.

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