Un puñado de aldeanos antorchas y azadas en mano, una turba que persigue, entre gritos, a tipo para prenderlo. ¿Tienen la imagen? Sí, seguro, es un recurso fácil en series, en películas, en tiras humorística. A mí también me hacia gracia ese paradigmático dibujo de cómo se diluye la personalidad y hasta la razón cuando el individuo se ve amparado por una masa enardecida. La jauría, el monstruo de cien cabezas y mil brazos, hecho a la imagen y semejanza de un dios vengativo me resultaba hasta simpático porque lo veía muy lejano. Como quien mira con ojos de hoy a una reunión de superticiosos campesinos del siglo XV. Me hacía gracia... Me hacía... Hasta que me di cuenta que el linchamiento público está a la orden del día. Cadenas de fotografías de criminales, de violadores, peticiones a boicots sin ninguna información. Consignas tan duras como simplonas. Blanco o negro. Se difuminan los grises y, con ellos, el pensamiento crítico.

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