EL periódico, para usted. Si lo quiere, claro. Y, no. No es que después de 149 años y pico el Diario pase a ser gratuito. No se va a llevar a casa el periódico de hoy, el de mañana o el Diario del Carnaval. Se lleva el periódico, a secas: el cuadro del anuncio de la línea marítima con Manila, la silla del redactor jefe, el redactor jefe, el redactor de deportes, la foto del Cádiz en segunda... todo lo que ve y hasta lo que no ve.

Esto mismo es lo que han decidido los colegas del Hardwick Gazette. Es un semanario cuya fuerza recae en su historia, 127 años y, sobre todo, en los suscriptores y anunciantes de la ciudad estadounidense de la que esta gaceta toma su nombre. Mañana cierran el plazo del concurso literario en el que el único premio es la propiedad del periódico. Por lo tanto el dueño se retira y el ganador se las entiende con trabajadores, lectores y anunciantes. ¿Son éstas las mieles del éxito que se supone que se saborean, el equivalente al laurel de los campeones olímpicos? En el punto 13 de las bases encuentro la respuesta: "El negocio de la prensa no es fácil, particularmente en el siglo XXI, y el periódico no es inmune a los problemas y a las tensiones pero, aparte del dinero (o de la falta de éste), es endiabladamente gratificante como el mejor trabajo que yo haya tenido jamás".

Estamos en el país del Tío Sam y del Tío Gilito. Se entra en el concurso con un ensayo de 400 palabras y un cheque (con fondos) de casi 158 euros. Si no hay 700 ensayos con sus 700 cheques, el dinero se devuelve a cada participante. Pero tampoco puede haber más de 1.889 entradas al ser éste el año de fundación del periódico. Ese número supone hacer una caja de casi 300.000 euros, si bien en ese caso el dueño actual se estirará dejando al nuevo 4.500 euros, que la luz está muy cara.

"Last, but not least" es el tema de la redacción: por qué me gustaría ser el dueño de un semanario por suscripción fundado en 1889, manteniéndolo en activo. Demasiado agotador para la segunda semana de agosto.