La tribuna

Micaela Navarro Garzón

Autonomía e igualdad: caminos paralelos

UN año más conmemoramos el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, como símbolo de un compromiso renovado por la consecución de la igualdad real entre mujeres y hombres. Y en Andalucía celebramos también tres décadas de la aprobación del Estatuto de Carmona, treinta años en los que comenzamos a forjar, no sin esfuerzos, la historia de nuestra autonomía. Una historia escrita por hombres y mujeres que tejieron la democracia sin tener precedentes y que iniciaron el largo camino hacia una sociedad más moderna, más libre, más igualitaria. La autonomía fue la que nos hizo dejar atrás un paisaje en blanco y negro, un paisaje plano, sin recursos, sin servicios.

Teníamos un modelo aún por construir, partíamos de una situación que se aprovechaba del trabajo invisible de las mujeres, sin que éste fuera reconocido ni familiar ni social ni económicamente. Hoy, este trabajo invisible, gracias al desarrollo del Estado del bienestar, se está convirtiendo en empleo que genera retorno y riqueza al conjunto de la sociedad, contribuyendo no sólo a fomentar una mayor calidad de vida, sino también al desarrollo económico de nuestra comunidad.

Por eso, este 8 de marzo quiero dedicárselo a todas las andaluzas, poniendo en valor el bagaje de las mujeres, canalizando vuestra palabra. Y hacerlo en un momento conmemorativo supone, sin lugar a dudas, proyectar una mirada sobre el pasado, pero que ello no nos retenga en los recodos del camino. Desde esta tribuna os invito a seguir construyendo el futuro en el que siempre hemos creído, un futuro donde todas las mujeres, la ciudadanía en su conjunto, cuenten con las mismas oportunidades, donde la igualdad se note en el día a día de nuestras vidas.

Y comenzamos a escribir el relato de nuestro futuro. En apenas una generación las andaluzas hemos alcanzado cotas inimaginables de desarrollo. La Constitución y la autonomía nos lo han permitido. Por primera vez en nuestra historia, las leyes y normas no nos han tratado como ciudadanas de segunda categoría. Hemos conseguido cumplir muchas de nuestras expectativas. También hoy la incorporación plena de las mujeres al mundo de la educación obligatoria es una realidad, incluso su participación es más elevada en los niveles superiores respecto a los varones. Y en el ámbito universitario, por ejemplo, las licenciadas han pasado de representar el 43% del total en los años ochenta al 55% actual.

Y no olvidemos que la educación es la base de la igualdad de oportunidades, la mejor inversión que puede hacer una sociedad. Porque cuando alguien invierte, lo hace para obtener beneficios. Nadie invertiría sabiendo que va a perder la mitad. Y eso es lo que sucede cuando formamos a hombres y mujeres por igual, y dificultamos, ponemos obstáculos, para que una mitad de la población pueda retornar a la sociedad lo que ha invertido en ella. La igualdad se convierte así en una clara cuestión de eficiencia económica.

Resulta inadmisible que la tasa de actividad siga siendo 17 puntos menor que la de los hombres, que sean ellas las que registren las mayores tasas de temporalidad. Y tampoco podemos seguir admitiendo que ganen al año una media de un 21,8% menos que los hombres por el mismo empleo. No es justo ni rentable. Tenemos a la generación de mujeres mejor formadas de toda la historia. Saquémosle rentabilidad.

La igualdad de género es clave para avanzar en el modelo de desarrollo sostenible que propugna el Gobierno de Andalucía y ello exige transformaciones importantes. Los momentos económicos actuales ofrecen una oportunidad única para evitar los errores que nos han conducido a esta situación y organizar un modelo productivo igualitario, solidario, ecológico y demográficamente viable. Para ello se hace imprescindible aprovechar todo el capital humano disponible.

Tenemos así que propiciar un modelo económico en el que las mujeres no tengamos que canjear nuestra entrada al mundo del trabajo por un cheque sin fondos. Se trata de establecer un nuevo tipo de relaciones y de reparto de tiempos y tareas, de modo que hombres y mujeres compartamos el poder, el empleo y las responsabilidades familiares.

Como sabéis, la Junta de Andalucía ha legislado y ha impulsado políticas importantes a favor de la igualdad y contra la violencia de género. Hoy contamos con leyes vanguardistas, pero tendremos que seguir esforzándonos en continuar rompiendo barreras y superando obstáculos, porque, como todos lo grandes proyectos que se emprenden en la vida, estas normas necesitan constancia y esfuerzo, una tarea en la que el Gobierno andaluz va a seguir poniendo todo su empeño.

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