Una vez cubrí una campaña electoral de un partido político. Se empezaba el día en el autobús con el examen del 'argumentario'. La candidata se quejaba: "¿Tengo que decir eso otra vez?". "Tienes que machacarlo", le reprendía el jefe de 'argumentarios'. Y ella se quejaba un poco hastiada: "Parezco un loro". El 'argumentario' es un término comercial referido al esquema que hay que seguir para realizar una venta; hoy se ha convertido en discurso político, al pie de la letra. Porque hoy el 'argumentario' es el dios que te lleva al ridículo. He entrevistado a decenas de políticos víctimas del 'argumentario'. A alguno le he llegado a decir "joder, contéstame tú, que no me conteste el argumentario" y a otros les he dado por imposibles y me he puesto a pensar en mis cosas mientras la grabadora hacía el trabajo. Es patético escuchar mil veces la ocurrencia del 'argumentario' de turno. Esta política de autómatas no nos lleva ni al desencanto, sólo al sonrojo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios