La esquina

josé / aguilar

Asustados por Podemos

LA reacción de los partidos tradicionales ante la irrupción del fenómeno Podemos ha pasado por tres fases. La primera fue de ignorancia, muy propia de la endogamia que está en el origen de su crisis de legitimidad. La segunda, de desprecio, también relacionada con la soberbia de quienes están acostumbrados a acaparar la política nacional y son incapaces de ver desde la altura de su olimpo lo que se mueve en la calle y lo que la gente demanda.

La tercera, en la que están ahora, es muy parecida al pánico. Creyeron que el éxito de Podemos en las elecciones al Parlamento Europeo era flor de un día, pero los meses transcurridos desde entonces les sugieren que Podemos se ha consolidado. No les llega la camisa al cuerpo aguardando el inmediato barómetro del CIS.

No es aventurado deducir que IU ya ha tirado la toalla. Como si ya hubiera sido adelantada por Podemos en unas elecciones, la coalición se ha inclinado no por combatir políticamente a los de Pablo Iglesias, sino por aliarse con ellos o con sus apéndices, llegando incluso a renunciar a sus siglas en las elecciones municipales de la primavera. El PSOE, fiel a su estado de desconcierto, no se aclara con respecto a Podemos. Aparentemente le discute su hegemonía en el campo de la izquierda, pero tampoco quiere cerrar las puertas por si acaso necesita de los votos de Podemos, Ganemos o lo que sea para arrebatar alcaldías o comunidades autónomas al PP o por si se ve en el dilema de optar entre alcaldes del PP o alcaldes de Podemos. Hasta el Partido Popular, que en un primer momento pensó que Podemos le vendría bien porque dividiría el voto de la izquierda y convencería a muchos electores de derechas desencantados para volver al redil popular, ya no anda tan seguro de esta hipótesis más bien escolástica y de laboratorio.

La verdad es que ahora que Podemos se ha hecho partido, y partido con hiperliderazgo y personalismo, ya podrían los demás plantarle cara cuestionando, por ejemplo, su programa económico radical o su escaso apego a la democracia representativa (burguesa, dirán ellos). Que Podemos querría acabar con el sistema no es un mal argumento para la lucha política. El problema es que los partidos del sistema son los responsables de su podredumbre.

O cambian ellos mismos las cosas malas que han hecho para estropear un sistema que es el menos malo de los conocidos o lo cambiarán los otros. Y será para peor.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios