Polémica Cinco euros al turismo por entrar en Venecia: una tasa muy alejada de la situación actual en Cádiz

Astracán

No sabemos si subirá o bajará el paro, pero la diversión no decaerá con Sánchez

El camarote de los hermanos Marx nos va a parecer el desfile de los niños de Sonrisas y lágrimas al toque del silbato de capitán Georg Ludwig von Trapp comparado con el descontrol de este Gobierno y sus aledaños. Las aventuras y desventuras de Ábalos en Barajas recuerdan a Aterriza como puedas, aunque con muchas más versiones. El follón catalán, con un presidente destituido dispuesto a convocar elecciones y que puede desestabilizar (el destituido) al recién instituido Gobierno de España, tampoco es manco. Carmen Calvo, mientras tanto, para que no falte ni gloria, la ha tomado con la Real Academia Española a cuenta del lenguaje inclusivo. Sánchez va y viene en helicóptero.

Diría que ésta va a ser la tónica de la legislatura. Hay demasiadas fuerzas en un gobierno demasiado débil. Sus apoyos (Podemos con sus cuentas pendientes con Venezuela y Bolivia; ERC con el independentismo catalán al borde de un ataque de nervios; Bildu con su labor de zapa, el PSOE clásico con un silencio vergonzante del que cualquier día se cansa…) son apoyos tumbativos. En el fondo, al Gobierno le interesa bastante este sainete o astracán para que no tengamos paz para analizar su trabajo o falta de él. Apuesto a que Iván Redondo apuesta por darle vueltas a la rueda del hámster de la opinión pública para tenernos al menos agotados. Nos vamos a atiborrar de escandalitos.

La primera tentación es dar un paso atrás. Pienso caer en ella todo lo que pueda. Escribir artículos sobre la lluvia o sobre la gripe de mi hijo. La intrahistoria como lugar para respirar un aire más limpio.

Como lo monacal no quita lo valiente, la segunda reacción es escoger después las batallas de opinión pública que dar, habida cuenta de que el catálogo va a ser de aúpa. Compensa concentrarse en las culturales, que son las que importan, como se ha visto en la indignación por el apenas pellizquito de monja que es el pin escolar. Ahora será más fácil disputarles la hegemonía cultural porque se han puesto en contra el sentido común, el sentido del humor y el sentido del ridículo, además del sentido de Estado.

Y ¿no hay que entrar nunca en las ruidosas polémicas del momento, esto es, en Dalcy levitando por el aeropuerto de Barajas, en Ábalos viéndose sin verse, en Torra yéndose sin irse y recibiendo a Sánchez que no va, etc? Por supuesto que sí, pero a modo de ejemplo, de divertida ilustración de lo grave que pasa de verdad.

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