Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

¡Arrepentíos!

Las órdenes religiosas son dueñas de un negocio que pagan el Estado y los padres, pero éstos piensan que el centro es suyo

Hubo multitud de señales que no quisimos atender, y no me refiero al cartel puesto en la puerta de la capilla desde el 1 de septiembre donde la dirección de las Esclavas advertía del mal estado de la misma, ni la visita de los técnicos municipales cuando el centro pidió, al parecer, una Inspección Técnica del Edificio. Me refiero a la muerte de Monseñor Ceballos y a que el Ayuntamiento bolivariano de Cádiz no decretase un día de luto como hizo con María la Yerbabuena. Luego pasa lo que pasa, estamos en manos de infieles, de personas de vida disoluta que no van a misa y que llevan a sus hijos a colegios públicos. Han aprovechado el desgraciado accidente de la caída del techo de la capilla del colegio para decir: "¿Qué hubiera pasado si el techo que se cae es de un colegio público? Manifestaciones por la Avenida, peticiones de dimisión, denuncias en los juzgados, insultos, las redes sociales ardiendo...". En cambio con los colegios religiosos pasa una cosa muy curiosa: las congregaciones propietarias del centro, que le cobran sus servicios al Estado y luego le piden a los padres dinero para el AMPA, actividades extraescolares y libros, siempre con el datáfono estropeado, consiguen que esos mismos padres que mantienen el negocio piensen que son copropietarios del colegio. "La gran familia de las Esclavas", incluso la etiqueta (eso que los finos llaman hastag) yosoydelasesclavas, campaña a la que se unió una concejala -chavalas y chavales- integrante del Equipo de Gobierno que dice ser de izquierdas, paradojas de la vida. Extraordinaria habilidad la que tienen estas congregaciones religiosas. Ríanse ustedes de las campañas que suelen hacer los directivos de los hospitales Pascual para que concierten sus servicios. Las órdenes religiosas son dueñas de un negocio que pagan el Estado y los padres, pero éstos piensan que el centro es suyo. Ningún padre le pide explicaciones a la dirección de Las Esclavas por lo que pudo haber ocurrido si hubiera caído sobre la Avenida el muro exterior. Todo ha sido apoyo a las monjas. No habría que sorprenderse cuando denunciaron a Javier López Luna o cuando lo condenaron. Hubo un alud de apoyos. Por no hablar de Jorge Oroz y San Felipe. Otra señal que no supimos ver es la Magna, como dice Pettenghi en sus reflexiones alcalinas en Facebook (me tiene bloqueado). Por si fuera poco se produce un milagro: el cuadro de Santa Rafaela no se rompió al caer el techo. Cosas veredes, amigo Sancho, que harán fablar las piedras. El siguiente milagro debe ser echar del Ayuntamiento a estos rojos sin religión y poner en su lugar a personas de orden que hayan estudiado en colegios religiosos ¡Arrepentíos! El fin del mundo está cerca.

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