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LÍNEA DE FONDO

Pedro / Ingelmo / Pingelmo@grupojoly.com

Ardiles y las Malvinas

Uno de los centrocampistas argentinos de mayor talento vivió en territorio enemigo el estúpido conflicto de su país

EL enfrentamiento entre el Tottenham y el Madrid ha traído con un año de adelanto el redondeo de la efeméride de la guerra de las Malvinas, del que el próximo año, en abril, se cumplen 30 años. Lo recordaban en estos días el Clarín de Buenos Aires y El País. Es inevitable porque si uno piensa en aquel absurdo conflicto en un archipiélago perdido por donde ya no pasan ni las ballenas, que había sido su principal riqueza, se le pueden venir muchas cosas a la cabeza, pero seguro que entre todas ellas se encuentra el nombre de un jugador de fútbol: Carlos Ardiles. Ardiles era ese jugador menudo que había integrado la selección campeona en Argentina y que, sin músculo alguno, solo con cabeza, se había hecho invulnerable. Su juego deslumbró de tal manera que el Tottenham no se resistió y decidió romper las fronteras para contratar al primer extranjero de la Premier, un 'tocón', que llamaríamos hoy, para un campeonato en el que en el centro del campo el balón era un aerolito. En esas estábamos cuando Leopoldo Galtieri decidió el desembarco de un perplejo ejército de chavales en las Falklands como apuesta propagandística de la moribunda junta militar. Y allí, en Inglaterra, en territorio enemigo, Ardiles saliendo al campo del Leicester, donde todo el mundo le increpa al grito de 'England, England'. Para su sorpresa, desde la esquina del estadio empieza a escucharse la voz de otros ingleses, los del Tottenham, los de su equipo, que contrarrestan el vocerío patriótico con otro que suena a hermandad. Dos mil seguidores están gritándole a Ardiles: "Argentina, Argentina". Tras el partido, Ardiles se entera de que un tío suyo acababa de morir al mando de un avión de combate. Casi mil soldados, 700 de ellos argentinos, murieron en esa estúpida aventura. La guerra terminó poco antes de que Argentina disputara su segundo partido del Mundial de España contra Hungría. Los soldados argentinos, presos en el buque Cromwell, celebraron el fin de la guerra con una victoria por 4 a 1. Y todos corearon el grito de 'Argentina, Argentina', de una Argentina sin milicos.

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