La obra y el legado de Alberti llevan años bloqueados, desde que María Asunción Mateo pegó la espantada y se volvió a Valencia. La obra del poeta está embargada por la sociedad El Alba del Alhelí, propiedad de los hijos de María Asunción, la Fundación Alberti en vías de disolución y el pleito testamentario de la hija de Rafael y María Teresa León se reactiva a instancias de las nietas del poeta. En este desolador panorama la buena noticia ha sido rescatar la carpeta de grabados y dibujos que muchos pintores le dedicaron a Alberti en el mes de junio de 1966, cuando el Partido Comunista impulsó un homenaje para destacar la situación que se vivía en España. Homenaje al que se sumaron José María Pemán y Fernando Quiñones. Esas cincuenta obras pasaron de Rufino Ceballos a Sol Panera, de ahí a Carmen Bustamante y ahora están expuestas en la Diputación. La exposición irá de Cádiz a Málaga, Madrid y Bilbao. ¿Y después? No se sabe porque nadie parece tener interés. El día que se inauguró la exposición no fue nadie del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Cádiz, ni el alcalde y diputado provincial José María González, ni la concejala de Cultura Eva Tubio, ni ningún otro, quizás porque desconocen la vida y la obra del poeta portuense. Se desconoce el destino final de las 50 obras porque ni El Puerto ni Cádiz parecen tener interés en darle un lugar preeminente a obras de pintores españoles que se sumaron a aquel homenaje. Por añadir más: ni el Partido Comunista ni Izquierda Unida han prestado atención a la exposición o a la situación de la obra de Alberti. Vivimos en un adanismo desolador, parece como si el mundo hubiera comenzado hace poco. Ni aquellos que se podrían declarar herederos de la militancia política de Rafael Alberti y María Teresa León le prestan atención a la vida y la obra de los escritores, sumidos en conspiraciones, zancadillas, debates estériles, listas electorales y polémicas absurdas. Igual el interés de las nietas del poeta permite que algún día un juez resuelva sobre los derechos de la obra de Rafael y sobre su ingente legado, parte del cual sigue en la casa de Vía Garibaldi 80, Trastévere, Roma (la casa comprada con el importe del Premio Lenin cuya medalla puede verse en la exposición) bajo el descuido de Beatriz Amposta, poseedora del manuscrito de Amorenvilo, el libro que le dedicó Alberti y que jamás ha sido editado. A ver si la justicia lo remedia y podemos volver a disfrutar de su obra. Los jueces últimamente se dedican a resolvernos los problemas.