Al curricán

josé Manuel / serrano / cueto

Aragón

Quizás me gane algún enemigo por mor del talibanismo carnavalesco, pero voy a hablar del "Juan Carlos ese" que publica ensayos filosóficos sobre el carnaval gaditano. Intento a menudo poner en tela de juicio mis propias convicciones, vapuleo mis creencias, ejercicio que me conduce a asentarlas o desecharlas cuando constato que no eran tan mías como creía. Reconozco que esto me ha pasado con Juan Carlos Aragón, a quien, por puro prejuicio, y sobre todo ignorancia, tenía en una estima menor a la que se merece. Me refiero al Aragón mediático y no a la persona, que no tengo el gusto de conocer. Me echaba para atrás su eterno mosqueo, su yo sé cómo hay que hacer las cosas, sus presuntos aires de grandeza... No he variado por descubrir la virtud de sus agrupaciones, que me gustan unas y no tanto otras (sí me place La Serenissima, vaya). Mi acercamiento a Aragón viene dado por la lectura de El carnaval sin nombre, que compré en la librería Manuel de Falla junto al Bestiario ibérico, de Fritz. Comencé a leerlo, incrédulo de mí, convencido de que me iba a dejar de interesar pronto. No fue así. Como se suele decir, me lo leí del tirón, repasando incluso algunos pasajes, como el que dedica a los ególatras y narcisistas (definiéndose él mismo, por cierto). Aunque a veces me chirríen sus ramalazos barriobajeros, sus alardes de sabiondillo, su rabia (contenida o no) y me sorprenda que en ocasiones (pocas) no se atreva a poner nombres (soy torpe y no consigo intuirlos), lo cierto es que subrayo muchos de sus comentarios, sobre todo los generales, ya que no conozco la fiesta desde dentro. Comparto al dedillo, por ejemplo, esa crítica suya hacia el localismo ciego (hay vida más allá de Cortadura). Me temo que a Aragón no se le perdona que piense y se exprese como quiera, hurgando en las llagas que más duelen. A mí, sin embargo, esto me parece un valor aún cuando podamos no estar en consonancia. No sé si soy de la chusma selecta porque ni me gusta uno y otro término ni la conjunción de ambos, pero, desde luego, a partir de ahora miraré y oiré al "Juan Carlos ese" con otros ojos y oídos. No está mal para un libro. Léanlo sin acritud.

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