la azotea

jesús guerrero

Aprendizaje gatuno

En estos días de encierro observo mucho a mis gatos. Tengo dos felinos muy peludos, hermanos de camada, que son como dos peluches. Viven confinados desde hace seis años, los que tienen de vida. Yo, solo un mes. Y no lo llevo mal, pero no sé como lo llevarán ellos después de tantos años encerrados. Tampoco conocen otra cosa, pobrecitos míos, no saben lo que es mojarse las patas en la playa, correr por el campo, oler la tierra mojada o notar la lluvia caerles por el lomo. Pienso si se aburrirán mucho, si duermen demasiado, si tienen copada su necesidad de compañía, de atenciones sé que no porque siempre quieren más, son insaciables adictos al mimo y la caricia. Miro a Frida y Gabo para aprender de ellos a sobrellevar mejor este confinamiento, y ellos abren lánguidamente los ojos, suspiran, bostezan, se estiran, dan una vuelta sobre sí mismos para cambiar de postura y se hacen una bola para el otro lado. Será ese el secreto, esperar pacientemente.

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