Al margen de estas anécdotas, es cierto que Cádiz ha realizado aportaciones al habla no sólo andaluza, sino incluso nacional. Por ejemplo, en otras provincias andaluzas, sobre todo en Sevilla, cada vez se usa más el término carajote, que es otra gracia local. Pero, antes de esto, se brindó a la cultura política española la gaditana y carnavalesca expresión de pelotazo. Así como algunos coros, comparsas, chirigotas y cuartetos dan pelotazos en el Teatro Falla, otros dieron pelotazos diferentes, como el caso de Juan Guerra, o los de tantos que se han forrado en Marbella y otros municipios con irregularidades urbanísticas. El pelotazo está asumido en el habla coloquial española con todas sus consecuencias.

A menor escala se podría mencionar el cajonazo. Por ejemplo, a los andalucistas en las elecciones les dieron un cajonazo. No hay otra palabra más acertada para calificar lo que ocurrió a la CA de Julián Álvarez. Y se puede observar que las palabras gaditas más conocidas, más allá de Cortadura y los Puertos, proceden en su gran mayoría del Carnaval, que es la fuente de inspiración popular por definición.

Cuando Fernando Quiñones publicó su novela Las mil noches de Hortensia Romero a la crítica le sorprendió el lenguaje de la protagonista, que se inspiraba en el mundillo populista gaditano. Esta ciudad es sorprendente, y tanta es su fama en la materia que ya sólo sorprende que no haya alguna sorpresa. Es decir, que cuando hay referencias a Cádiz sólo llama la atención lo excepcional. Y casi siempre tirando por abajo, para buscar que se cumpla el proverbio que le ha dado fama universal: "Allí hay poco trabajo, pero mucha gracia".

Cuando no se le saca punta a la inventiva, cuando no se da el pelotazo, la gracia se convierte en un don inútil. Sería bueno que la aportación gaditana a la cultura nacional se tradujera en mayores logros. Tanta imaginación debe servir para que no se limiten a reírse de nosotros.