TENER algunos aparcamientos subterráneos en las ciudades es tan importante, o más, que los carriles bici. Para que lo entiendan: todos los ciudadanos no pueden ir al centro o a los extramuros de Cádiz en bicicleta. Algunos ni siquiera saben montar, y a otros no les da la gana de aprender. Siempre nos quedará el transporte público. O sea, el autobús urbano, que es lo único que hay. Puede ser que al tranvía, a lo mejor, con suerte, lo vuelvan a ver nuestros nietos. Y ocurre también que algunos ciudadanos de Cádiz tienen automóviles, o motos, y que cuando se mueven deben dejarlos en algún lugar. Para ello, además de los aparcamientos habilitados en superficie (algunos de pago, como las zonas azules y naranjas), la civilización inventó los aparcamientos subterráneos.

La polémica ha venido por el que se debería construir en la plaza de Sevilla. En contra de lo que ahora dicen Podemos e IU, ese aparcamiento subterráneo es posible y se debe hacer. No es un capricho de la Teo. No es un truco del Fran para fastidiarlos. No es cierto que sea innecesario porque hay otro cerca (el de Canalejas) y no se llena. Ocurre que Canalejas no se llena a todas horas (a veces sí) porque es el más caro de Cádiz. El negocio está montado fatal. Los fines de semana se encuentra vacío, cuando probablemente acudirían más vehículos si contara con precios especiales baratos para ese horario de demanda baja. A ese parking lo que hay que exigirle es lo que tiene el Mamelón de Jerez, donde se puede quedar un vehículo durante 24 horas por cinco euros.

Si Emasa no puede asumir el sobrecoste de las obras (cuya elevación es confusa y misteriosa), la solución no es dejarlo de hacer, sino que lo haga una empresa privada que sí lo pueda asumir y lo explote luego. De ese modo se puede tener el aparcamiento, sin que se arruine Emasa, y sin que los concejales se aturrullen con las cuentas.

Asimismo no se debería olvidar que si alguna vez se reurbaniza la zona de la plaza de Sevilla y sus terrenos anexos, se construirá allí una gran zona verde, para alegría de los gaditanos. Y desaparecerá el aparcamiento de superficie de la estación de Renfe, que utilizan cientos de vehículos a diario, y que no habría alternativa si no existe el aparcamiento subterráneo. Entonces dirán ustedes: "¡Uy, pues sí que hacía falta".

Cádiz es pequeñita. Necesita plazas para aparcar y no hay tanto sitio. Aunque, por supuesto, también necesita que no se aprovechen de los automovilistas, que no los tomen por bobos. En fin, que los aparcamientos no se vean como un lujo para ricos.