PUENTE DE UREÑA

Rafael / Duarte /

Apagón

LA cultura es el par de zapatos que molestan. La cultura no vale más que la propia gloria de una foto, la felicidad de la exhibición, las carcajadas, la copa, el acto en sí más que la cultura misma. El continente por el contenido, la parte por el todo, anecdótica sinécdoque, donde se sumerge el culto, que no es el destinatario del cepillo para el culto de la iglesia, el pueblo oclócrata, uniformado con gorra de visera plana y chándal y bolsito, y el POLÍTICO, que suele ser un ente al que le importa muchísimo la cultura, más que la vida, de dientes afuera, pero al que de verdad, verdad, de boca adentro, lo que le importa es el poder per se, el poder mismo, sin otra sensibilidad a tener/tomar/en cuenta.

La cultura está apagada. La isla hoy parece un cesto abandonado, a lo lejos, las salinas perdidas, legamosas, buscando, acaso, la blancura acamada de la albina para brillar bajo las nubes lívidas, cuando hasta las gaviotas están quietas y el sol, tempora habemus difficilia, a lo peor quiere cobrar para brillar.

La verdad es más subjetiva que la política, más eterna que la política y, a veces, más efímera que un diario, que este artículo. La verdad se mueve iónicamente, irónicamente, a golpes de tiempo y percepciones. Lo que ayer era valioso hoy es humo, el hambre es patria, y cambia al hombre en menos que abandona un desodorante o un agente de bolsa.

Pobre isla nuestra. Llena de mercaderes ciegos para las vergüenzas reales, llena de salvapatrias, agoreros, marranallas y jitanjáforos eruditos, mientras en los surcos perdidos de las salinas está enterrado el sol para que no haya nada nuevo bajo él, ni siquiera la política que fue y la que adviene.

El apagón de la tristeza es necesario para el futuro. La cultura dejó en el pasado bellísimas catedrales, esculturas, lienzos que son ahora patrimonio de la humanidad. ¿Qué vamos a dejar nosotros, qué edificio de ahora será señero, que obra literaria o de arte? Cómo sería el faro de Alejandría que mantiene su fama aún en su inexistencia.

La sombra de cada artista es su obra. ¿Hombres sin sombra? En fin, la cultura es como la tumba, algo erigido para perpetuar el olvido en las espaldas de los cementerios. Homo, humus, fama, fumus, fini, cinis. Barro, gloria, humo, ceniza, como la Isla hoy entre gorras de visera plana, y chándales in itinere, adustos adultos y apagones.

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