Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

P ara aquellos que les gusta ir a la playa , para esa mayoría que va porque va todo el mundo, algún dato importante: una ballena produce 970 litros de orín al día y expulsa fuera de su pareja 1.370 litros de semen. Un atún orina 50 litros al día, una orca 100 litros, una corvina 10 litros. Piensen en ello antes de bañarse. Lo que es peor: en la playa de la Victoria de Cádiz suele haber un día normal unas 100 mil bañistas. Una persona produce al día dos litros de orina que tiene que expulsar entre 4 y 10 veces por jornada. Solo una exigua minoría van a los servicios de playa así que tenemos que al menos una vez por persona orinando en el agua del mar, pongamos un cuarto de litro lo que supone unos 25 mil litros de orín cada mañana. En ese caldo se baña la gente. Digo La Victoria como podría decir la Barrosa, el Palmar, Regla, Valdelagrana, El Rompido, la Malagueta o cualquiera que ustedes se imaginen.

Antes de meterse usted en el agua piense en ello, por no hablar de los colectores que desembocan en el litoral sin depurar, como nos recuerda la Unión Europea a menudo. Pero aquí no acaban las delicias de la playa: colillas, sobrillas, bolsas de patatas, niños que hacen caca, sombrillas, mamás que gritan, papás que fuman, pepitas de sandía a la arena, la niña del altavoz qué guasa tiene en la voz, el vaso en tecnicolor , el chiringuito con camareros a sueldo de media jornada, señoras que gritan, el melanoma que avanza imparable, un calor insoportable, los niños que juegan a la pelota sin que los padres les presten atención, una masa insufrible de personas en un espacio infecto. Soy capaz de entender a los padres que se ven obligados a llevar a sus hijos, lo que no obliga a permitir que hagan el gamberro y molesten a los vecinos, tengan el síndrome que tengan, que hay mucho síndrome suelto, tantos como virus, los niños son de los padres, así que dejen de hacer dibujitos con el bolígrafo.

Aquellos que dicen que van a la playa a leer les diré que se lee mejor en casa, dónde va a parar. El reflejo del sol sobre la pantalla o sobre el papel lo hace insoportable, por no hablar del efecto del viento. El que quiera leer que se queda en casa, al fresquito del aire acondicionado, con su pelotazo de vino tinto o su coca cola, una tapita en el momento que lo desee sin que le claven cinco euros por alguna deconstrucción. Incluso puede ir con los colegas al bar de siempre, donde el camarero ya sabe cómo le gusta la cerveza o la marca de vino que prefiere. Para las que quieran ponerse al sol para coger moreno, lo que Pemán llamaba la africanización de las costumbres(eso que hace años llamaban "ligar bronce") se pueden ir a la terraza o a la azotea y refrescarse en la ducha. Antiplayistas del mundo, despertad.

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