Niños en jaulas. De tal calibre es el delirio que incluso Melania Trump salió del ático en el que la imaginamos para manifestar que consideraba la medida pesadillesca; que incluso el propio Trump se ha visto obligado a decretar que no se separe a los niños migrantes de sus padres. Pero las imágenes, esas imágenes, pasarán a la historia. Hay otras cosas que también me sorprenden, por ejemplo. Que brindarse a ayudar a los muchos desesperados del Aquarius sea una medida "electoralista" y "peligrosa". Que Hungría criminalice (¿Europa? ¿hola, qué tal?) a quienes ayuden a inmigrantes irregulares. Que haya historiadores que finjan no saber cuál terminó siendo el final de los dictadores fascistas de mitad de siglo, y lo pornográfica que resulta nuestra, digamos, peculiaridad. "Bueno, no son exactamente jaulas", han dicho algunos. "Bueno, no son exactamente guetos". Siempre hemos sido muy buenos negando el terror.

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