La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Andalucía, puerta de Dickens

Empieza diciembre y en su primera página leo: "El primer rayo de luz que hiere la penumbra y convierte en claridad ofuscante las tinieblas…". O quizás: "Como mi apellido paterno es Pirrip, y mi nombre de pila Philip, cuando niño, en mi léxico infantil…". O tal vez: "Si soy yo el héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me reemplazará, lo dirán estas páginas". Aunque es difícil resistirse a: "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura…". Sin olvidar, por supuesto: "Empecemos por decir que Marley había muerto. De ello no cabía la menor duda".

Es Dickens, claro. Tan del Adviento y la Navidad para mí como los campanilleros de la Niña de la Puebla. Es más, muchísimo más, que la Navidad -"si existe un tercer autor occidental de la misma universalidad [que Shakespeare y Cervantes] desde el Renacimiento hasta ahora, sólo puede ser Dickens" escribió el duro crítico Harold Bloom- pero forma parte de ella no solo por ser el inventor de la moderna Navidad sentimental (lean sus artículos Un árbol de Navidad y Lo que es la Navidad conforme cumplimos años en el bonito y asequible volumen de Austral Canción de Navidad y otros cuentos) sino por lo mucho que la amaba: "En Navidad mi padre siempre estaba exultante y risueño como un muchacho que ponía su corazón y su alma en ella", escribió uno de sus hijos. Pidió ser recordado siempre en esas fechas y así lo hago por agradecimiento a lo mucho que le debo desde que lo leí por primera vez en aquella Colección Historias de Bruguera que iniciaba en la lectura aunando una versión resumida y su desarrollo en viñetas.

Como andaluz me siento orgulloso de que la primera traducción de Dickens al español se hiciera aquí: su cuento de Navidad Las campanas, publicado en Málaga en 1847. Pero he aquí que hace unos días leí que el profesor John Stone de la Facultad de Filología de la Universidad de Barcelona ha encontrado una traducción más antigua y además hecha directamente del inglés (la malagueña lo era del francés): El manuscrito de un loco, un cuento incluido en Los papeles póstumos del club Pickwick. Vaya por Dios, me dije, nos quitaron el cetro dickensiano. Pero no es así: se publicó, junto a otros textos de von Schiller o Vigny, en El Pasatiempo editado en 1844… ¡en Cádiz! Andalucía sigue siendo la puerta por la que Dickens entró en España.

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