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La esquina

josé / aguilar

Alaya señala sin imputar

CON puntualidad británica y mala uva española ha retomado la juez Mercedes Alaya la instrucción del caso de los ERE de la Junta de Andalucía tras el paréntesis veraniego aprovechado por José Antonio Griñán para quitarse de enmedio y por Susana Díaz para hacer un gobierno libre de las sombras del escándalo que compite, en dura pugna, con el de Luis Bárcenas.

Tanta puntualidad que el auto de mayor enjundia política de los dictados por la juez fue hecho público el mismo día y a la misma hora en que tomaban posesión los nuevos consejeros. Alaya ha estropiciado sobre todo la mejor jornada de los debutantes en el Consejo de Gobierno, aquella en la que todo son plácemes, enhorabuenas y abrazos. El día más feliz de todo su mandato -a veces, el único feliz-, dure lo que dure.

Tanta mala uva que el auto que imputa no es un auto de imputación propiamente dicho, sino una forma de señalar a la cúpula de la Junta durante una década como presuntos culpables de prevaricación, malversación y otros delitos (dos ex presidentes, Chaves y Griñán, que también son los dos últimos presidentes federales del PSOE, y los ex consejeros Martínez Aguayo, Ávila, Viera, Recio y Vallejo).

La propia Alaya reconoce en su auto que se trata de un procedimiento con "consecuencias procesales extrañas" que deja a los denunciados en "una condición harto peculiar". ¡Ya lo creo! Les comunica que ha encontrado indicios delictivos contra ellos, pero no puede imputar directamente porque algunos son aforados -tendría que remitir las diligencias al Tribunal Supremo, y cree que no es momento para ello- de modo que los mantiene bajo su jurisdicción y les avisa para que se personen en la causa "si lo desean".

Me parece a mí que no lo desean en absoluto. Los invita a autoinculparse, y va a ser que no. La Fiscalía Anticorrupción estaba estudiando ayer el singular auto, basado en el artículo 118 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, para ver si es conforme a la jurisprudencia del Supremo o es un subterfugio de Mercedes Alaya para no soltar el caso y seguir inculpando materialmente, y ante la opinión pública, a presidentes y consejeros de la época oscura de los ERE. Aunque no penalmente, que es lo que justificaría toda su instrucción.

En resumen, la juez Alaya trae en su maletita una imputación que no es imputación, una invitación que va a ser desatendida y una reafirmación de su voluntad de no soltar la presa. Y sentido de la oportunidad.

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