La esquina

José Aguilar

Ahí va un plan de ahorro

EXPERTOS variados cuestionan que la limitación de velocidad en carretera sirva para disminuir sustancialmente el consumo de gasolina. Por su parte, ayuntamientos y comunidades autónomas objetan que el Gobierno dicte normas para sustituir bombillas y farolas y rebajar los trenes de cercanías haciendo recaer sobre ellos el coste de las mismas y la merma de ingresos, respectivamente. El Ejecutivo dispara con pólvora ajena.

Pero seamos constructivos. Puestos a ahorrar, ahí va un plan de ahorro fácil de acometer (no afecta directamente a los ciudadanos, al contrario) y que no invade competencias municipales ni autonómicas ni daña a sus respectivas haciendas: hagamos una campaña electoral para las municipales que sea austera sin merma de su eficacia y elimine los dispendios sin llegar a pobretona y cutre. Si se trata de gastar menos en el sector energético, pocas cosas suponen más derroche de energías que una campaña electoral como las que acostumbran a montar nuestros políticos.

Veamos. En los pueblos de menos de cinco mil habitantes, dado que todo el mundo se conoce, ¿por qué gastar un solo euro en carteles y fotos de los candidatos? Es dinero tirado, que se deberían ahorrar los partidos , lo que, teniendo en cuenta de qué viven, significaría ahorrárselo a los contribuyentes. En los pueblos grandes y ciudades, ¿para qué sirven esas caravanas tronantes quemando gasolina a todas horas con consignas que ofenden a la inteligencia y esas visitas a los mercados de los candidatos, con su séquito de pelotas, para saludar a los pescaderos y manosear a los niños y repartir folletos que acaban tirados en el suelo multiplicando el trabajo de los trabajadores de la limpieza? Organícense debates en las televisiones y radios que hay en todas partes, debates entre los alcaldables y debates sectoriales entre los futuros destinados a cada responsabilidad municipal. Otro pico que se deja de gastar. Hay más. Si las elecciones son para los ayuntamientos, ¿qué sentido tiene que se deban organizar mítines -iba a escribir grandes mítines, pero hace tiempo que no son nada grandes- para que Zapatero, Rajoy, Cayo Lara y otros salgan unos segundos en el telediario siguiente hablando de los problemas de España cuando lo que está en juego, y se debe discutir, es el problema del tráfico, la seguridad, las infraestructuras y los barrios de cada localidad? ¿Para qué invertir cientos de miles de euros en un mitin al que sólo acuden los pocos convencidos que ya han decidido su voto?

Digo pocos, y con razón. Málaga tiene 560.000 habitantes. Un mitin de Rajoy o Zapatero no convoca a más de 15.000: se gastan un montón de euros para reunir a dos o tres de cada cien malagueños. Quitar los mítines sí que sería un buen plan de ahorro. Un planazo.

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