Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Agradecido

El miedo inicial se fue convirtiendo en confianza, en orgullo. Por eso mi gratitud a esta Constitución

Nací en 1951. En 1960 tenía 9 años. Llevaba tiempo oyendo cosas que no entendía. Para nada. De todo tipo. El mundo siempre son las palabras comprendidas, y las otras. Por ejemplo una vecina de la calle donde nací era (no estaba, era) 'mal casada'. Ni idea entonces, absolutamente ni idea de lo que eso podía ser. Ni preguntaba. Porque había cosas que no se preguntaban y esta era una de ellas, intuía. Sobre algunas palabras había siempre un velo de pureza o una manta que las cubría. Una escatología era preferible a la confesión de que alguien había sido 'masón'. Masón y masonería eran palabras con púas. Como 'rojo'. El significado de 'rojo' era de estratos. Cuando ibas cumpliendo años ponías o quitabas capas de significación. Porque algunos rojos conocidos que habían perdido sus carreras o sus empleos, por serlo, eran tan absolutamente buenas personas que no casaban con el 'marco general' del que hablaba aquí el otro día Fernando Santiago, de otros 'rojos' que hicieron cosas durante la guerra que uno había oído referir a los mayores. Sí, es cierto, la infancia y adolescencia son etapas de la vida humana presididas por la perplejidad.

Saliendo de la adolescencia, iniciando la madurez, o sea, el tiempo de la responsabilidad y la autonomía, murió Franco. Entonces comprobé que muchos tenían miedo. El miedo es una forma inconcreta y peligrosa del temor a algo inminente y desconocido. Tenían miedo a que volvieran los fantasmas de cuando entonces. Asistí incrédulo y abochornado al asalto al Congreso del teniente coronel Tejero, de la Guardia Civil. Y a los previsibles conjurados en el golpe de Estado que fracasó cuando Juan Carlos I confirmó lo que confirmó en la televisión vestido con el uniforme de Capitán General de los Ejércitos. Oí a algunos exclamar que ya era hora cuando sonaron marchas militares en la radio de los coches estacionados en la calle Real. Ya era hora. El bochorno tenía adeptos, pero fue vencido y juzgado. Entonces pasaron los años, se sucedieron los gobiernos pacíficamente, España entró en la OTAN, en la Unión Europea, en todos los organismos internacionales. Inadvertidamente fuimos un país normal, como los de nuestro entorno. Con nuestros problemas, pero un país normal. Y llegamos a la era del euro, al cierre de las fronteras, a lo que hay. Fue gracias a una Constitución. Sí, eso creo; fundamentalmente fue gracias a una Constitución. Y al compromiso de quienes la hicieron posible. El miedo inicial se fue convirtiendo en confianza, en orgullo, en satisfacción. No éramos bichos raros los españoles, sencillamente tuvimos mala suerte. Por eso mi gratitud a esta Constitución que lo hizo posible y hoy cumple años.

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