Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Adiós, socialderecha

Hace poco, un empresario me dejó patidifuso en pleno postre: "Todos somos o debemos ser socialdemócratas en la España de hoy". Me sentí no ya sorprendido -que mucho; y gratamente, debo decir-, sino un poco reconciliado con la realidad social de este país tendente al estrambote, a la mala leche y al postureo político: déjame de sustancia y dame formas; quién quiere tratamientos habiendo cosmética, etc. Uno, como quizá usted, leyó con algo de desazón y anticipada melancolía por una pérdida de la Historia el Algo va mal, de Tony Judt, cuya frase final es lapidaria, y está preñada de desesperanza: "La socialdemocracia no representa un futuro ideal, ni siquiera representa el pasado ideal. Pero entre las opciones disponibles hoy, es mejor que cualquier otra que tengamos a mano". Justicia, social, redistribución y Estado de bienestar dentro del capitalismo y abrazando la economía de mercado, de eso hablamos.

Si no hay mucho de todo ello en la política de los últimos gobiernos del PP con Rajoy, que venga Dios y lo vea. De hecho, sus dos victorias electorales -la última, pírrica a la postre- se basan precisamente en una socialdemocracia de aspecto -sólo aspecto- de derechas. Una socialderecha, un socialconservadurismo que difuminaba los límites ideológicos de la izquierda y la derecha menos montaraces, y que tanto daño hizo al PSOE. En la vigente política, más esclava que nunca de la búsqueda nichos y caladeros electorales y con la urgencia de mear sus contornos territoriales para espantar a los rivales, ahora el nuevo líder del PP, Pablo Casado, tiene claro que su diferenciación estratégica pasa por Freud, por matar al padre -y a la hija pequeñita del padre, Soraya-, y marcar el territorio claramente: tan lejos del PSOE como de quien se da de pronto todas las trazas de un juguete roto, Ciudadanos. Como decía ayer aquí Luis Sánchez-Moliní: "Patria, familia e impuestos bajos", ésos son los pilares de la tierra que quiere hollar Casado. Equidistante del socialconservadurismo de Rajoy y Soraya, del PSOE zamarreado desde su izquierda… y reivindicando como propio el liberalismo españolista de Rivera. Esta misma mañana (ayer para usted), Casado ha vuelto a dejar claro su ruptura con cualquier ramalazo de socialdemocracia, y en la radio ha declarado que no van a apoyar los Presupuestos del Gobierno de Sánchez, o sea, unos presupuestos que no dejan de ser un legado de un Rajoy desahuciado por el multipartidismo de la moción de censura. Ah, y que de déficit público, ni mijita. Lo dicho.

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