MISIÓN cumplida. Ahora sí que podemos decir que el Cádiz es matemáticamente Campeón del Grupo IV. Y la pregunta del millón es ¿y ahora qué?. Pues quedan tres partidos sin interés alguno para la clasificación pero creo que vitales para que el equipo esté metido en competición hasta que llegue lo gordo. Relajarse ahora seria un pecado mortal que se podría pagar muy caro. Descuidar la atención por tener la cabeza puesta en el play off sería humanamente lógico, pero contraproducente. Los equipos que llegan con la adrenalina de la competición hasta el último minuto tienen, estadísticamente, más posibilidades de ascenso que los que llegan con la sensación de estar de vacaciones desde hace semanas. Por eso creo que lo de las rotaciones que plantea Claudio Barragán es lo adecuado, con idea de que todos los jugadores lleguen en plena forma al play off. Los que hayan tenido menos minutos a lo largo de la temporada tendrán la oportunidad de demostrar que el entrenador se ha equivocado con ellos y contagiarán de esas ganas a los habituales. Así que conviene tener la mente puesta en el play off, pero sin descuidar la liga ni la forma. El resultado de estos tres partidos importa poco. La manera en que se encaren sí que importa, y mucho.

Y dicho todo esto, hablemos del play off. Carranza tiene que ser una olla a presión en el partido de casa. Estoy absolutamente convencido de que la directiva no va a hacer ningún tipo de locura con los precios. Seria un suicidio y ahí hay gente bastante inteligente como para equivocarse en algo tan básico. No teman en este sentido.

¿Y el rival? Hasta el 18 de mayo no lo sabremos pero todos coincidimos en que no queremos al Oviedo. No es ya por una cuestión de poderío o temor. Es que creo que el fútbol no sería justo emparejando a estos dos equipos históricos, que solo por afición y por historia se merecerían poder subir los dos a la primera oportunidad. Algo imposible si se enfrentan en primera oportunidad.

El Huesca será el más que posible campeón del Grupo II y a pesar de que seria el rival que muchos elegiríamos es un equipo complicado de batir y con una buena renta goleadora. Así que me quedo con el Nastic de Tarragona, que tiene su morbo. El fútbol nos debe una frente a los tarraconenses, en aquella famosa liguilla donde no ascendimos por un solo gol de diferencia.

Los catalanes tienen además la ventaja de ser el campeón menos goleador de todos los grupos. Solo 47 goles, por 62 del Cádiz, 72 del Oviedo y 58 del Huesca. En el aspecto defensivo casi todos los campeones se mueven en los mismos números de goles encajados, por lo que prefiero como rival al que menos anote. Evidentemente, luego el sorteo y la Diosa Fortuna harán lo que les dé la gana, pero por pedir que no quede.

Nos quedan pues tres semanas para prepararnos para la guerra. Tres semanas que uno desearía borrar ya del calendario. Que vuelva el Papa Gregorio XIII a revisar el calendario y le quite otros diez días, como hizo en 1582.

Qué ganas tengo de play off.