El novedoso caso de los trabajadores del restaurante isleño Casa Pepe, a los que Salud negó la baja laboral pasado un tiempo, cuando ambos todavía presentaban PCR positiva, ha generado inquietud entre el personal. Cuando su médico les dio el alta, ni ellos se lo creían, a pesar de que era lo correcto, como se supo después. Pero el revuelo se formó por la lamentable desinformación con que las autoridades de la Junta -y todas en general- despachan la comunicación durante la pandemia. Ante la pamplina más grande, una charla telemática, la suelta de una tortuga o la inauguración de un dispensador de gel desinfectante, bombardean a los medios con toda su propaganda. Pero a la hora de la verdad, no sabemos ni cuántos muertos llevamos. Por simple respeto, contarlos no debería ser difícil, pero ya ven: nuestros gobernantes, siempre más pendientes de vigilar su espalda ante los ataques del rival, que de lo que tienen entre manos, no aciertan a decirnos ni cuántos días hay que permanecer aislados si un familiar resulta contagiado. Lo único que desconocemos es si nos ocultan la verdad por temor a que cunda el pánico, o porque tienen menos idea que la ministra peruana de Salud, quien decía recientemente que los asintomáticos contagian "sólo cuando tocan o respiran, y en porcentaje pequeño". La nula transparencia ante la opinión pública es tan triste como la que sufren los propios sanitarios, que para colmo están sometidos a continuos cambios de criterio con circulares cada 72 horas. Con esta suerte permanente de aclaraciones sobre las aclaraciones, es difícil saber a qué atenerse.

Ni los dos enfermos, ni sus compañeros, y menos aún el dueño de Casa Pepe pudieron entender que les dieran el alta a ambos, pese a dar positivo, puesto que hasta hace unos días se consideraba que existía riesgo de contagio en el mismo caso. Con los test positivos sobre la mesa y sin que ninguna autoridad hubiera aclarado bajo qué supuestos -y por qué ahora- se acortan los periodos de aislamiento, es razonable tanta indignación y el pasmo del respetable: "Ningún contagiado trabajará en el restaurante mientras dé positivo", proclamó el dueño, aún estupefacto. Y para cuando Salud intentó tranquilizar a todos, aludiendo a la nueva estrategia de detección y control del coronavirus del ministerio de Sanidad, la confusión era ya tan extraordinaria, que parecía que quien hablaba era la ministra de Perú. ¿Habría sido tan difícil anunciar el nuevo criterio en cuanto a la duración del aislamiento? Sanidad ahora considera que los contagiados asintomáticos pueden volver a trabajar a partir del quinto o sexto día, aunque sigan dando positivo, porque la carga viral habría perdido casi toda su fuerza. Pero esto quien lo sabe explicar bien es un profesional. Y tal vez si nuestros gobernantes dejaran hablar a los expertos más a menudo, las cosas serían más sencillas. Pero como tienen tanto afán por controlar la información, cada vez se parecen más a Pilar Mazzetti, que es como se llama la ministra peruana. Está visto que prefieren a una sociedad sumida en la ignorancia antes que bien informada, aunque su mala gestión nos sitúe entre los diez países con más afectados del mundo. Justo por detrás de Perú.

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