LA primavera me recibe con astenia informativa. Me aburren los titulares: el gobierno del desgobierno, el #RigorEnPrensa, ni siquiera la hemorragia de los papeles de Panamá me anima la sangre de horchata. Y no es pequeña, la hemorragia. Dos mil españoles llevándoselo y escondiéndolo calentito, en un orden que da para todo tipo de fobias y filias, desde titiriteros de la ceja hasta la no Casa Real (corro a decirle a mis tíos que no son familia. Un disgusto, porque les tengo cariño después de todo este tiempo), pasando por miembros de los Pujol o los Domecq. Es inevitable que a uno se le quede cara de idiota cuando descubre que le han estado mangando, a no ser, claro, que aceptemos "Hacienda somos todos" como figura retórica. "No me gustan los patriotas -recuerda Marsé que decía Ingrid Bergman en Encadenados-. Llevan una bandera en una mano y con la otra vacían los bolsillos de la gente". Pues qué más decir.

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