EL ALAMBIQUE

Alejandro / Barragán

Abonando

ABONANDO la fianza con estiércol del más caro -ese que vale 5 millones de pesetas o 30.000 euros, según se mire-, la calidad del terreno cultivable se verá aumentada en proporciones desconocidas hasta la fecha. Que abonen, que abonen, dirán unos. Otros dirán que lo ideal sería no abonar nada y dejar la fianza a pelo, con sustrato del malo, un humus de escombros, para que lo único que pueda crecer en ella sea la mala hierba mala malísima, que de mala tiene más bien poco.

Aunque hayan abonado la fianza, el delito ya estaba sembrado y sólo es cuestión de que el juez vea justo que sean los abonantes quienes paguen por la plantación insensata, pero lucrativa, de ladrillos, cementos y hormigones. Lo incómodo de todo esto es que si el juez, por la razón que sea, se da cuenta de que ha cometido un error, o de que no hay pruebas suficientes, o de que los plazos han vencido el día antes, el abono habría sido injusto. Y una tierra injustamente abonada obliga moralmente a restituir el estiércol a quienes lo pagaron. Algo, por cierto, bien difícil, cuando ya está todo asentado sobre el campo, atrapado en las raíces, convertido en sabrosos nutrientes.

Pero lo mejor es que, según nos cuentan las noticias, abonar la fianza sirve siempre para eludir la cárcel. Al menos, por un tiempo; porque, quién sabe, quizás vayan a prisión aun habiendo echado tanto abono sobre el depósito en señal de su poder adquisitivo. De modo que nos encontramos ante una actitud honrosa, por parte de un exconcejal y varios servidores públicos del Urbanismo municipal, correctamente inculpados, detenidos y vestidos, que todo ciudadano debería tomar como ejemplo. Evitar la prisión con un buen abono es un acto que incluso debería ser obligatorio en el instituto para todo alumno.

Pero como siempre, siempre hay gente mal vestida que con tal de no abonar sus fianzas prefieren estampar su cabeza contra un calabozo una temporadita. Eso me pregunto yo, ¿por qué los que abonan las fianzas siempre van de punta en blanco y no se manchan?

Sea como sea, la calidad del terreno cultivable ha aumentado irremediablemente.

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