Crónica de San Juan de Dios

Melchor Mateo

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La vuelta a los orígenes de Kichi

El desplante al Rey era olvidar que la invitación al acto era como máximo representante de la ciudad

José María González 'Kichi', el día que puso el cuadro de Fermín Salvochea presidiendo el despacho de Alcaldía.

José María González 'Kichi', el día que puso el cuadro de Fermín Salvochea presidiendo el despacho de Alcaldía. / Joaquín Hernández Kiki

El simbolismo

Érase una vez un alcalde que no quiso visitar el buque escuela chileno ‘Esmeralda’ porque ese fue un lugar donde se violaron los derechos humanos y en el que hubo torturas durante la dictadura de Augusto Pinochet. Pese a que entonces ya hacía prácticamente un cuarto de siglo que Chile era una auténtica democracia, el mandatario decidió no asumir la representación que le requería su cargo y se aferró a lo simbólico de su medida. A José María González ‘Kichi’ siempre le han gustado los golpes de efecto pero a veces sabiendo qué tecla podía tocar y cuál no.

Lo del ‘Esmeralda’ al fin y al cabo era un feo que se le podía hacer a un país y a una tripulación lejana, pero si nos metíamos en algo tan arraigado a parte de la ciudad como es el Nazareno, no tenía el más mínimo inconveniente en caer en la contradicción de recibir la medalla que la cofradía del Nazareno concede a todos los miembros de la Corporación pocos días después de tomar posesión de su cargo. Pese a definirse y hacer gala de ser ateo, en este caso tiró por lo antropológico del asunto y soltó aquello de que muchos de sus votantes pueden tener la imagen del Nazareno tatuada en el pecho. Eso le llevó incluso a exponer ante el círculo de Podemos (aquellos que pasaron a mejor historia) sus argumentos para justificar ese hecho.Sin embargo, ese Kichi idealista y más utópico fue mudando poco a poco a un alcalde más pragmático, aquel que sabía que tenía que vestir el cargo, y no sólo por el hecho de comprarse una chaqueta en Eutimio.

Esta semana Kichi ha regresado a aquellos inicios cuando este jueves le dio plantón al Rey Felipe VI en su visita al Instituto Hidrográfico bajo el pretexto de que con los tiempos de pandemia que vivimos y la tercera ola no es momento de celebrar actos públicos como estos. Ese mismo argumento apoyaba otro en el que daba explicaciones de que no tenía nada personal contra Felipe VI sino contra la institución de la Monarquía. Eso es una idea tan defendible como aquel que está en favor de lo contrario pero en este caso la invitación de la Casa Real era a la ciudad de Cádiz en la que el alcalde es su máximo representante.

Que Kichi no acudiera al Instituto Hidrográfico era al fin y al cabo una dejación de sus funciones. No es que no fue él sino tampoco ningún representante del Gobierno de la ciudad o ni siquiera alguien de la Corporación en quien hubiera delegado. El alcalde lo es de todos los ciudadanos que viven en su término municipal, un lema que todos los que ostentan el bastón de mando lo llevan a gala pero a veces se deja de lado y se hacen cosas pensando sólo en los suyos y no en el conjunto de la población.

Kichi ni más ni menos que completaba unos meses en los que ha puesto el punto de mira en la Familia Real. Primero retirando el nombre de Juan Carlos I a la avenida del soterramiento. Segundo, al quitar también el busto del mismo. Ytercero no acudiendo a un acto en el que sí estuvieron representadas las otras administraciones.

Si algunas de esas otras medidas obtuvo un eco nacional, en esta ocasión el desplante ha pasado totalmente por alto. Kichi, tras la salida de Podemos, se encuentra ahora en ese partido fundado por Teresa Rodríguez que necesita como sea su servicio a la causa porque es prácticamente la única administración en la que gobiernan, la que les puede servir de altavoz para obtener algo de protagonismo de cara al futuro.

Cádiz y Jerez 

Hace diez días estaba previsto un encuentro en Cádiz entre el alcalde de la ciudad y la de Jerez, Mamen Sánchez. El motivo es que se trataba de buscar una colaboración en dos direcciones para sendos proyectos que quieren liderar cada una de las ciudades. Por un lado, la capital gaditana quiere acoger el X Congreso Internacional de la Lengua Española en 2025. Por su parte, Jerez quiere convertirse en la Capital Europea de la Cultura. Con esos objetivos, lo que buscan es el apoyo mutuo a los proyectos en una iniciativa que no tiene casi precedente hasta ahora, ya que entre las dos ciudades ha habido mucha más distancia que los 35 kilómetros que los separan.

Si esto puede servir para hacer provincia y acercar a dos ciudades que se deben complementar la una con la otra, bienvenido sea. Si muchas veces se les reclama desde la sociedad civil que se huya de los localismos, en esta ocasión es loable que hagan ese intento. La reunión quedó suspendida por protocolos relacionados con el Covid pero próximamente se podrá celebrar.

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