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La esquina del Gordo

El voto útil

Hablar del voto útil es un sarcasmo. Y viene a cuento la pregunta: ¿Útil, para quién?

Desde la primera vez que lo leí (oí) me pregunté a continuación: ¿Útil, para quién? Lo del para qué vino después, a medida que la teórica libertad del votante quedaba condicionada por unas listas partidistas en las que él, el votante, no participaba; es más, que si quería ejercer su derecho tenía que hacerlo para que unos desconocidos se hicieran dueños de la situación y disponer lo que les viniera en gana y les sirviera para su propio provecho.

Esto viene a cuento a la vista de que con las elecciones encima, tanto el PSOE como el PP incorporan porcentajes astronómicos de nuevos aspirantes al Congreso y al Senado, con el agravante de que son desconocidos hasta para los de sus propios partidos; imagínese para usted que ni se sabe el nombre de sus venerados concejales. Por eso hablar de voto útil es, sin duda alguna, un sarcasmo, y viene a cuento la pregunta: ¿Útil, para quién?

Decir, como ha dicho Casado: "No hemos llegado aquí para hacer lo mismo con los mismos", ¡puede interpretarse de tantas maneras…! La primera de ellas sería que los que dejarán el sillón no valían ni para hacer puñetas, porque argumentar que es necesario 'gente nueva para los tiempos nuevos' no se lo cree nadie mientras los tiempos los marquen desde fuera; quiero decir desde donde el gran capital se mueve a su antojo y, sobre todo, porque cualquier bienestar, para ser efectivo, no se consigue ignorando al pueblo, masacrándolo con impuestos, ni aumentando la deuda pública, sino mejorando la productividad y esto, en un país como el nuestro, administrado por ilustres botarates, separatismos suicidas y por una nefasta política en investigación, no hay sino que echar una mirada a infinidad de titulados universitarios que ejercen de camareros/as para poder sobrevivir.

Con el transeúnte de la Moncloa, tres cuartos de lo mismo, pero con más saña. El odio hacia los que lo desdeñaron, un recocido afán de venganza, una mediocridad manifiesta y una carencia absoluta de escrúpulos morales, lo ha llevado a pactar con todos los enemigos posibles de esta precaria democracia de opereta. Y lo que es peor: sin propósito de enmienda, como ya se verá en las próximas elecciones, más cainitas que nunca y que, por ello, puede repetirse lo que ocurrió a partir de la moción de censura y que lo que pudo ser un padrastro enconado se convierta en metástasis para todos, incluidos los que creen que la utilidad de su voto redundará en alguna mejora por acudir a las urnas y que no lo van a pagar con creces de su propio bolsillo.

Y a continuación la jauría que viene detrás carleando, todos dispuestos a ser de pelo o de pluma, sin más esperanzas que los que van delante den un traspiés y se caigan del caballo, para lo cual, a la vista está, no escatiman esfuerzos a pesar de saber, ellos mejor que nadie, qué significa esa cosa del voto útil.

Y catapún chinchín.

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