Una verja nunca solucionada nada. Ni una valla. Ni un muro. Como mucho, históricamente, traslada el problema a otro lugar o crea nuevos problemas y siempre con personas de por medio. La verja de Gibraltar, por ejemplo, alejó muchas vidas. El Muro de Berlín solo sirvió para dividir familiar y perder libertades. La valla de Melilla, con aquellas vergonzosas concertinas, desplazó el itinerario de los migrantes. Y la verja que se ha levantado en la Puerta de Tierra, en lo que se iba a convertir en el patio del Museo del Títere, tampoco solucionada nada: simplemente traslada a las personas sin hogar. Claro que nadie debe vivir bajo aquellos arcos; ni bajo aquellos arcos, ni en el césped del Pelícano, ni en los bajos de la Caleta. Cada persona que vive en la calle, con su historia detrás, es un fracaso, una exclusión inaceptable como sociedad. No es fácil solucionar el problema, de acuerdo, pero lo de la verja ha sido muy sonrojante.

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