A la velocidad de la luz

Hagan política de la buena, no de la de siempre. Gánense su voto y dejen de contar milongas, de buscar distracciones, y de poner caritas de pena. La luz es carísima y el ciudadano considera que se le está robando por encima de sus posibilidades

Ya llegó septiembre y muchos de nosotros nos incorporamos a nuestros quehaceres cotidianos tras un verano que ha resultado largo o corto en función de diversas variables que no ha lugar explicar aquí. Conocemos la teoría de la relatividad, que es esa que afirma que el viaje de vuelta es mucho más breve que el de ida, que los tranvías siempre llegan trece años tarde, que las segundas partes nunca fueron buenas excepto los retornos de jugadores franceses al Atleti. Por eso, quizá, el hecho de que el coste de la luz haya subido de un modo exponencial causa un pudor inversamente proporcional al valor de una hemeroteca.

Abstrayéndonos de las sesudas explicaciones de por qué el kilovatio/hora se paga a precio de caviar de beluga en plena crisis económica y social, con la gente echando las muelas con las mascarillas FFP2 y el bocado que le ha dado al PIB el Covid. Estas cosas son las que generan movimientos populares, aunque algún tuit-star diga que para no indignarse con la abusiva subida energética se ha sacado el carnet de afiliado al PSOE.

Dejando de lado cualquier simpatía o ideología, no es admisible que nos estén metiendo esta clavada a los ciudadanos. Me da lo mismo la explicación, los mercados secundarios y el Bernarda's pussy. Tenemos un presidente del gobierno que ha de poner más empeño en la cuestión, porque las medidas adoptadas son poco contundentes. Además, sus socios de gobierno están poniéndose de perfil, como si fueran algo distinto, militantes de una oposición perpetua. Y Pablo Casado, ¿qué le podemos pedir? En fin.

Los precios suben a la velocidad de la luz y mientras nos tienen poniendo lavadoras de noche, negociando bonos con las comercializadoras, enganchándonos a la red de fluido eléctrico del barrio o comprando acciones de las empresas de velas y cirios cuaresmales. Y, lo más importante, no miremos las hemerotecas. Obviemos los escándalos del pasado, las críticas exacerbadas, las calles ardiendo, gasofa y mechero, y a toda la lista de miembros de los consejos de administración de Endesa.

Hagan política de la buena, no de la de siempre. Gánense su voto y dejen de contar milongas, de buscar distracciones, y de poner caritas de pena. La luz es carísima y el ciudadano considera que se le está robando por encima de sus posibilidades. Los aires acondicionados funcionan a pleno rendimiento en las noches de canícula y luego vendrán los días de frío ártico polar y nos envolveremos en una suerte de laberinto del minotauro de lana. Y unos sinvergüenzas seguirán aprovechándose de nuestro frío y nuestro calor para pagarse mansión, yate y mariscada en Ibiza, mientras que otros, atados de pies y manos, se pedirán explicaciones a sí mismos y venderán como un gran éxito el haberse autoconvencido de que había queplantear soluciones.

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