Análisis

Manolo Fossati

Un tren de vida

Será más fácil desplazarse a la alabada plaza de abastos de Chiclana o a las numerosas cuestiones oficiales o médicas que nos llevan a la capital, pero me pregunto qué será lo que querrán venir a ver a nuestra Isla los vecinos de norte y sur

A estas alturas a mí, que he sido desde el principio decidido partidario del tranvía, casi me está dando igual que se cumpla la promesa de la Junta y el moderno, rápido y limpio medio de transportes conecte por fin Cádiz, San Fernando y Chiclana antes de que llegue el verano. Es lo que tienen las esperas largas, que dan paso primero a la desesperación y luego a la indiferencia. Desde hace ya muchos años, siempre dije que me jubilaría antes de verlo transitar en serio por la calle Real. Es de las pocas veces en las que mis dotes proféticas, escasas y resignadas al fracaso repetido, han acertado.

Nunca entendí la furibunda oposición de otros, que abominaban de que un tren transcurriera por la principal vía de la ciudad, mientras permanecían impasibles e incluso defensores de que miles de ruidosos y contaminantes vehículos (propios, eso sí) la recorrieran todos los días. Y es esta imbatible querencia nacional por el coche particular lo que podría hacer peligrar la efectividad del que para mí es el medio de comunicación ideal. Los larguísimos años de tramitación, realización, parones, reveses, oposiciones y acelerones todavía sostienen a los escépticos, que proclaman su convicción de que no verán la silueta ferroviaria recorrer la peatonalizada y en cierto sentido arrasada calle Real.

Los otros sueñan con que se produzca ese tan deseado efecto de 'dinamización' que provoca cualquier nueva conexión con el mundo que nos rodea. Yo, aun con todas las reservas, también lo espero, aunque no alcanzo ver en qué manera lo hará y por qué relación causa-efecto. Será más fácil desplazarse a la alabada plaza de abastos de Chiclana o a las numerosas cuestiones oficiales o médicas que nos llevan a la capital, pero me pregunto qué será lo que querrán venir a ver a nuestra Isla los vecinos de norte y sur, teniendo en cuenta que nuestro principal centro de atracción está en Bahía Sur, algo alejado de las vías. El Museo Camarón, sí; el Museo Naval, también… De lo que no cabe duda es de que el tranvía (al que ya va siendo urgente ponerle un mote similar a aquellos de 'la carterilla' o 'el chulo') servirá al menos para que la ciudad aparezca como en un escaparate móvil, como en aquellos trávelins iniciales y antológicos de las películas clásicas, para los que la recorran a bordo de este caballo de hierro que, de una forma u otra, mínima o trascendente ya se verá, cambiará la vida de la en muchos aspectos estancada población.

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