El tranvía fantasma (II)

Espero que Marifran y el consejo de Juanma Moreno consigan que el proyecto finalice

Llegará el día en que un periodista escriba la crónica de ese tranvía que debía unir Chiclana con Cádiz pasando por San Fernando. Lo digo aquí y ahora: le regalo el título del libro. Probablemente, esa investigación determine tautologías tales como que las casas no se pueden comenzar por los tejados y que los trenes tranvías fracasan sin la previa firma de convenios con los ayuntamientos que atraviesan.

Hace unos meses estaba convencido de que Patricia Cavada cortaría su cinta inaugural; hoy día ni siquiera tengo claro que el aparato vaya a circular algún día por el centro de La Isla. Marifran Carazo, consejera de Fomento, Infraestructuras y Ordenación del Territorio, nos pinta fea la cosa. La Comisión Europea envía cartas que portan malas noticias, como si fuera Hacienda, y la última, recibida el 7 de junio, fue un requerimiento a la Junta para que devuelva el "100 % de la corrección financiera por el importe total del gasto certificado"; que traducido al español significa "ciento veinticinco millones de euros financiados por la Unión Europea que el gobierno de vuestra comunidad autónoma se ha pulido sin que el proyecto del tranvía finalizara en tiempo y forma y sin que el servicio comenzara a ser utilizado".

Quiero creer que Carazo y sus huestes están haciendo todo lo posible para reconducir el asunto tras dos prórrogas fallidas. No seré malpensado, no sospecharé que el gobierno del PP quiera utilizar la desastrosa gestión (la no-gestión) del anterior gobierno socialista para "castigarlo" ante la opinión pública por su mal hacer. Soy optimista: espero que Marifran y el consejo de Juanma Moreno consigan que el proyecto finalice y no nos cueste una pasta que no tenemos y que tanta falta nos hace, además. Dicho lo cual, también soy pesimista: cuando se trata de fondos Feder y financiación de la UE no cabe solucionar las cosas aplicando la doctrina del "plan compadre".

Habría que ir planteándose responsabilidades (Fernando) e identificando a los culpables (López) de este estropicio (Gil) causado a los ciudadanos (de La Isla). Miedo me da que el Tribunal de Cuentas entre a valorar la gestión económica del proyecto, las mismas obras de acerado realizadas una y otra vez, las desconocidas empresas llegadas de los confines del universo.

Miedo a que al final resultase que nos engañaron por encima de nuestras posibilidades, que en realidad la obra del tranvía fue una mera excusa para que los de siempre ganaran pasta gansa mediante profundas mordidas, que jamás existió viabilidad real para terminar la obra en el plazo legal, que una vez en marcha el tren la gente iba a utilizarlo y, además, que iba a ser rentable y eco-sostenible. Miedo a compararlo con el robo de ocho millones de euros de la caja municipal de San Fernando (que sigue en el limbo de las causas perdidas), con ese mundo etéreo y corrupto que vemos en los telediarios. Miedo a que el tranvía acabe siendo un triste y costosísimo fantasma.

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